Marejada fúnebre
El fuerte temporal generó desperfectos en Lequerica y destruyó la baliza de Sacramento. La pesca se salvó por medio de autocamiones
La marejada del noroeste, gruesa por demás, ya se dejaba sentir cuando los barcos salieron a faenar. Fue en febrero de hace cien años; nosotros ... lo contamos tal día como hoy: en aguas del Cantábrico sopló tan brava tormenta que la baliza de Sacramento quedó destruida, y con muchos desperfectos también la coronación del muro de Lequerica, en una noche para olvidar. Ocurrió, dijo EL COMERCIO, que cuando intentaban regresar los barquitos de pesca les fue imposible, «pues el oleaje aumentaba cada vez más». Los llevaron a a El Musel, con mucho esfuerzo; a las ocho de la mañana, el puerto local se cerró a las embarcaciones y «la pesca que habían conseguido coger las parejas que quedaron en El Musel fue transportada hasta Gijón por medio de autocamiones».
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Horas después, el temporal no tenía visos de amainar. «La gente de mar, socaireados tras la casa vigía de los prácticos, aguzaban sus miradas endurecidas, ante la faz de los horizontes, para intentar adivinar lo que a sotavento de aquellas olas venía. Encrespadas, plateadas en su cresta, llegaban rugientes las mares a estrellarse contra el muelle de Lequerica, y después de lamerlo en toda su altura, saltaban amenazadoras sobre el mismo muelle, para ir a morir sumisas y dóciles en la dársena del Antepuerto, después de haber barrido todo cuanto a su paso hallaron».
Parece poesía porque de tal forma se narró -llegamos a afirmar que aquello era un «mayestático espectáculo»-, pero fue tragedia, en realidad. Cerca de la altamar, la baliza de Sacramento «más conocida con el nombre de 'barra'», se vino abajo. «Estaba situada esta baliza en el extremo Este del Serrapio de tierra», contamos. «Poseía una luz fija, verde, de dos millas de alcance, y cimentada en una profundidad de dos metros y medio», y, aún así, no pudo con los envites de la mar. «También fueron derrumbados y hundidos en el salobre elemento unos 20 metros, aproximadamente, de la coronación del muelle de Lequerica, agrietándose gran parte de este mismo muelle». Ese día se dijo que los barquitos zozobraban en el puerto exterior de forma «fúnebre». Poco nos pasó.
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