La problemática también se trató en ELCOMERCIO.
1922. Hace 100 años

Miseria en las calles

Preocupaba el creciente número de mendigos, sobre todo los de corta edad, que transitaban por las calles más próximas al Musel

Era, decían muchos, un «espectáculo bochornoso» el que en Gijón se daba, día sí y día también, con el tránsito de mendigos, «principalmente chiquillos de ... corta edad, que invaden la población y acosan y molestan al transeúnte». Eran pobres, desarrapados, algunos «sucios y astrosos» y a veces, incluso, llegaban «a nuestras calles más céntricas», invadiendo «como campo propio los principales puntos de acceso a nuestra villa». Una situación incómoda a todas luces, sobre todo por aquellos que ocupaban su jornada en limosnear, y que ya habían hecho suya «la carretera que conduce desde el puerto del Musel a la población». Aquel era, dijo ELCOMERCIO hace un siglo, «el lugar escogido por esos mendigos para sentar sus reales»; allí campaban por sus respetos, «y en los días de llegada de los trasatlánticos acosan materialmente a cuantas personas acuden al puerto exterior a recibir a sus amigos y familiares».

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No era moco de pavo. Las autoridades apuntaban a que aquel llegaba a ser un problema de acoso, con los «caracteres de una batida en regla que se da al bolsillo de los viajeros de América». «Gijón, que en su calidad de puerto de navegación trasatlántica tanto cuidado debiera poner en dispensar un buen recibimiento a los viajeros de América, haciendo al propio tiempo todo lo más agradable que se pueda su estancia entre nosotros, no debe descuidar esto que no es un nimio detalle, sino un punto de esencialísima importancia». Cuanto más cuando, como recordábamos en portada, existían en la villa entidades como 'Paz y Caridad', dedicadas a socorrer al necesitado. No parecían todos sus esfuerzos suficientes, a decir de la Corte de los Milagros que cada día de llegada de un barco transitaba por el Musel. Exhibían, entonces, los mendigos sus «lacerias y miserias, en un alarde de suciedad (...), como en una exposición de calamidades». «¿Qué plaga es la que se ha desencadenado sobre este pueblo», pensaría el emigrante retornado, según 'Asteroides', el escribiente, «en que desde el instante mismo de llegar ya me encuentro rodeado de tullidos, de mendigos y de chicuelos andrajosos y sucios?». Algo habría que pensar para evitarlo.

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