Mucho que olvidar
En la Audiencia Provincial se celebró la primera sesión del juicio contra los dos presos que se amotinaron en el Palacio de Justicia
Uno -Juan Redondo- dijo que no se acordaba de nada. El otro Santiago Cobos-, que únicamente había golpeado al agente Edelmiro Reboleiro con la culata de la pistola. Así se dirimió la primera sesión del juicio contra los presos amotinados, en junio de 1995, en el Palacio de Justicia gijonés. Se celebró hace ahora 25 años, con la fiscal pidiendo un total de 50 años de prisión y, como ven, los acusados negando la mayor. Eso sí: admitieron «que 'intentamos escapar', pero 'no lo habíamos planeado'». Juan R., el primero en hablar, se enzarzó en una profunda lucha dialéctica con la fiscal que acabaría con reconveniencia del juez. El acusado reconoció «que cuando su compañero Cobos volvió del baño, al ver las dos puertas abiertas y la calle 'tuve un impulso natural y salí corriendo. Choqué con un policía y por desgracia me pegó un tiro'. A partir de ese momento insistió en que 'no recuerdo nada más'».
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Mucho tuvo que olvidar. Redondo y Cobos, quienes «acumulaban más de 200 años de condena por homicidios y robos», diseñaron un plan de huida -enviar cartas amenazantes a un juez para conseguir salir de la cárcel a los juzgados- que acabó con un muerto, el guardia Juan Andrés Arroyo , y varios heridos. Unas consecuencias que no se podían explicar de creer la versión de Cobos, quien negaba haber disparado a Arroyo e, incluso, haber oído disparos, «porque tras el forcejeo con Reboleiro 'oí una campana y me dio un lapsus'».
Nada quedó claro en aquella primera sesión del juicio. Ni siquiera, tal y como refleja EL COMERCIO de hace cinco lustros, las declaraciones de los agentes. Uno de ellos había vacilado en su relato, asegurando que, al ver a Arroyo luchando con Redondo, «no vi que tenía sangre. Se oyó un disparo y una pistola me encañonó. Llegué a disparar a Cobos, aunque no tengo conciencia de ello». Todo había ocurrido demasiado rápido, todo había sido demasiado confuso. «Al intentar abrir la puerta oí un disparo», aseguraba otro de los agentes. «Me encontré a [Arroyo] Asensio con Redondo peleando y Cobos con una pistola». En cualquier caso, un drama que no debería volver a repetirse.
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