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Protesta contra la bicefalia

Los rifirrafes políticos, que derivaron en la coexistencia de dos alcaldes y el caos, provocaron una gran manifestación

Lunes, 6 de marzo 2023, 00:16

Tiempos de pucherazo y bicefalia política en el reino de España; tiempos convulsos en Gijón. Que desde hacía semanas hubiera dos alcaldes en la ciudad ... por la falta de acuerdo entre unas y otras facciones del turnismo político no hubiera importado tanto a la pública opinión si no fuera porque, mientras eso ocurría, la política de verdad se resentía. Entiéndase por ella la que atendía a los intereses del pueblo, puesto ahora en pie de guerra. Los ciudadanos protestarían sobre aquellos dislates en los Campos Elíseos y, entre tanto, EL COMERCIO clamaba en su portada por una democracia real. «En nuestro modesto juicio», decíamos, «creemos que lo que Gijón quiere es que su Ayuntamiento no sea una representación de este o del otro partido, de este o aquel personaje, sino lo que debe ser: una verdadera representación del pueblo, donde haya toda clase de partidos, no siendo el menos numeroso el independiente».

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El discurso es en algunas partes, absolutamente actual. «Quiere Gijón que su Corporación municipal, en vez de ocuparse en favorecer a sus correligionarios con empleos o subvenciones y de castigar a sus contrarios con cesantías, castigando también muchas veces el presupuesto innecesariamente, piense en establecer una Casa de Socorro con guardia médica permanente» (ya se habían dado casos de pacientes a los que no se pudo atender por falta de sanitarios), «Monte de Piedad, Caja de Ahorros, en todo aquello que en su día pueda contribuir a hacer frente a las necesidades públicas y mejorar la situación del elemento obrero, aquí tan respetable».

«No estamos para restar»

Problemas como el muy grave de la carestía (y, por ende, elevadísimo precio) del pan, o el de que el puerto de Gijón necesitase de forma urgente de obras de conservación, mejora y ensanche, requerían una solución que los políticos -al menos los profesionales- no acababan de dar. «En Gijón estamos para sumar, no para restar», sentenciábamos. Porque, de seguir minando al personal, las protestas iban a ir a más. Y tan peligroso era, ayer y hoy, «echar leña al fuego cuando se ve iniciado». Avisados quedaban los responsables.

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