Un proyectil y una misteriosa piedra, entre los hallazgos de la Campa Torres
La excavación permite recuperar, sobre todo, material de la Edad de Hierro que perfila cómo era la vida cotidiana en el castro
El de la Campa Torres es uno de los asentamientos astures que más tiempo estuvo ocupado de continuo. Casi ocho siglos, entre el VI antes de Cristo y el II D. C. Es un yacimiento «muy rico» del que, poco a poco van desentrañándose retazos de su historia, desde la Edad de Hierro a la dominación romana. La última campaña de excavaciones está a punto de llegar a su fin, en lo que a trabajo de campo se refiere, y ha permitido recuperar cuantioso material (piezas de cerámica, pequeños fragmentos de vidrio, de cobre, de hierro, de piedra, huesos de animales), principalmente de la Edad de Hierro, que a partir de ahora será objeto de estudio en los laboratorios del CSIC.
Entre esos objetos de «un alto valor informativo» que nos dan una idea de cómo era la vida cotidiana en el asentamiento de la Campa, hay piezas como una fíbula romana fabricada en bronce de la que solo se conserva el aro. Es de las conocidas como 'anulares en omega', un tipo «muy habitual» en el registro arqueológico de La Campa Torres, que cuenta con una notable colección de este tipo de broches usados para sujetar los ropajes.
Lo que tiene a los arqueólogos preguntándose qué es y qué uso podría tener es una piedra con una parte pulida cuya forma podría asimilarse a la del pomo de una puerta pero a la que le falta el remate, con lo que la imagen actual resulta incompleta. Un nuevo interrogante para los muchos que aún tiene abiertos La Campa. Lo que sí se sabe es que es de época romana porque ese fue el contexto en el que fue hallada.
Además de una pieza de bronce que se cree pudo formar parte de un brazalete o de una moneda cuyas inscripciones son –por ahora– ilegibles, también se ha localizado un proyectil de piedra que seguramente se lanzaría con honda. Eso y muchos fragmentos de cerámica. Tanto de cerámica indígena como de época romana. Y entre ellos, destacan los arqueólogos parte de la base y el cuerpo de un cuenco de terra sigillata hispánica en cuya cara externa se inscribió un grafito que muy probablemente hace referencia al nombre del propietario o usuario del recipiente. «La expansión de la escritura entre las comunidades locales, plasmada además en este caso sobre una cerámica de mesa de un tipo genuinamente romano, constituye una muestra inequívoca del proceso de aculturación en curso», anotan.
No nombres, pero sí huellas es lo que trata de localizar la doctoranda Elena Lastra en el manteado de los muros y otras piezas cerámicas. En el laboratorio de la Campa selecciona el material en el que sospecha que pueden haber quedado grabadas esas huellas, piezas que después se llevará a la Universidad de Oviedo para analizar al microscopio. Con ese minucioso trabajo trata de determinar quién asumía cada tarea en el castro astur. De qué se ocupan los hombres, de qué las mujeres y en qué colaboraban los niños o los mayores.
Estructuras
En la zona de La Llanada, los trabajos en el área acotada para esta nueva excavación han sacado a la luz los restos de lo que se cree podría tratarse de un camino bordeado con un empalizado de época romana y la cimentación de un muro de esa misma época. Y en estas dos últimas jornadas de trabajo –antes de tapar lo excavado hasta una nueva campaña, el próximo verano– se realizarán sondeos en busca de estructuras más antiguas, anteriores a la llegada de los romanos a la Campa.
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