Radiografía de Corín Tellado
La popular escritora, #de 70 años, respondió #a las preguntas de la entrevista 'exprés' #diaria de EL COMERCIO
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Los lectores más veteranos lo recordarán. Hace ... 25 años, cada día, se publicaba en la página 16 de nuestro diario una entrevista 'exprés', no por ágil menos inquisitiva, que giraba en torno a algún personaje de la ciudad bien popular, bien de actualidad. Corín Tellado -su nobre de pila: María del Socorro Amalia Tellado López- cumplía ambos extremos y, por ello, fue invitada de excepción para las preguntas de 'La Radiografía' de Ana B. Hernández. «Las carts que mandaba a su madre las leían también sus amigas», aseguró, entonces, nuestra reeportera. «Le dijeron que escribía muy bien, y a los 17 años de edad ya ganaba dinero con sus relatos. Hoy, unos cuantos años después, Corín Tellado asegura que ha tenido mucha suerte y que con sus novelas ayudó a soñar a las mujeres de la posguerra, 'una satisfacción que mereció la pena'».
Sobre todo en lo tocante a haber podido animar a alguna de ellas a escribir, ya que, según Tellado, «la mujer escribe mejor que el hombre». Ella lo había hecho sobre el amor, aunque esa fuera, irónicamente, su asignatura pendiente en la vida. «En la pareja no me ha ido demasiado bien», aseguraba, aunque no se arrepentía de haberse casado, ni le guardaba rencor alguno al amor, «algo muy gratificante, muy bonito. Creo que el que tiene la suerte de vivir feliz en pareja no necesita que le toque la lotería». Ella, en cambio, había sido muy independiente, algo que no pegaba con el carácter del que había sido su marido.
Fue eso lo que enquistó la relación. «Después, cuando intuía que alguien podía ser esa persona, escapaba. La verdad es que me hubiera gustado tener pareja, pero entonces no quería comprometerme. Sin embargo, yo creo en el amor». No tanto, eso sí, en los hombres, de quienes aseguraba que eran machistas siempre,« aunque frieguen los platos». Ese fue el resultado de la analítica radiográfica que le hicimos a Corín. ¿Y algo más? Que odiaba la grosería en la literatura; que admiraba a Vargas Llosa, a Soledad Puertólas, a Cabrera Infante y a Almudena Grandes, y que nunca, bajo ningún concepto, sería capaz de abandonar Gijón. Y cumplió su promesa. Aquí, doce años después de ser 'radiografiada', acabó sus días.
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