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José García, con las autoridades, tras su arresto, en 1920.
1923. Hace 100 años.

Responsable de sus actos

El juicio contra José García, acusado de asesinar en 1920 a una mujer y a tres de sus hijos, generó gran expectación en Asturias

Lunes, 30 de enero 2023, 03:40

Fue un crimen tan estremecedor que en 1920, cuando se cometió, hasta la prensa nacional habló de él. Había ocurrido el cuatro de agosto de ... 1920, en Lugones, en la casería propiedad de Jesús Ordóñez y Manuela Fernández, en la que José García llevaba un tiempo trabajando como criado. Sin más motivo del que, en su día, apuntó la revista 'Mundo Gráfico' -que atribuía los sucesos al «odio hacia el amo» del sirviente-, García asesinó ese día a Manuela Fernández, aprovechando que esta se encontraba ordeñando una vaca. Lo hizo descargando «sobre la cabeza de la infeliz mujer varios golpes con una pala de madera». Después subió al piso donde aún dormían tres de los hijos del matrimonio y también los mató.

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Una auténtica monstruosidad. Hace un siglo, EL COMERCIO anunció que el juicio por el terrible crimen iba, finalmente, a celebrarse. «La fecha se ha alejado algo» -casi tres años-, «pero no tanto que los lectores hayan olvidado por completo la espantosa tragedia desarrollada en una tarde del mes de agosto, en una casita del inmediato pueblo de Lugones», contábamos. El fiscal pedía la pena de muerte para el criado, José García Santamarina, apuntando a que la causa del crimen había sido algo más material que lo que se pensaba inicialmente. Fue, según el público Ministerio, «el propósito de apoderarse, con ánimo de lucro, de dinero, alhajas y efectos que sus amos poseían en dicha casa» lo que hizo que García cometiera tamaña atrocidad.

Ahí estaban los hechos: después de cometer el cuádruple asesinato, el criado se apropió «del dinero, chales y ropas que encontró por un valor de 864 pesetas con 80 céntimos, después de violentar o fracturar un baúl, un armario, una cómoda y una caja hucha». Mal se presentaba la cosa hace un siglo para García y, sobre todo, para su abogado, Saturnino Escobedo. Ya en febrero, EL COMERCIO informaba de que a preguntas de las partes García no había contestado más que con incongruencias; que las declaraciones de los testigos hacían pensar «que es un anormal» y que se le creía, sin embargo, responsable de sus actos. Pintaban bastos.

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