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José Luis Rubiera disfruta de la playa de San Lorenzo. JOAQUÍN PAÑEDA

«La sidra tiene que ser buque insignia»

Gentes del verano ·

Jubilado y «apartáu de todo por problemas de salud», el veterano cosechero disfruta de su retiro en la playa ilusionado con el festival de la bebida

PABLO A. MARÍN ESTRADA

GIJÓN.

Miércoles, 22 de agosto 2018, 03:12

A José Luis Rubiera, expresidente de la Mesa Interprofesional de la Sidra y ahora cosechero jubilado, lo encontramos en plena semana del festival dedicado a la bébida autóctona disfrutando de un día de playa en su rincón favorito de San Lorenzo. «Aquí estoy encantáu y con la compañía de esta gente maravillosa», es lo primero que dice señalando con el canto de su boina a la pandilla de amigos con los que suele reunirse al otro lado del Piles para «asoleyase» un poco y darse «un chapuzonín, pa refrescar. No puedo meteme mucho por culpa de la enfermedad», señala, sin disimular su fastidio «por la depresión que tengo y que me tien ahora bastante apartáu de todo. Fueron los médicos los que me aconsejaron que viniera a la playa. Relájame mucho estar aquí los días que no puedo hacer otra cosa. Vengo ya con el bañador puestu en el coche y aquí estoy de maravilla con esta buena gente».

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El que fuera uno de los principales impulsores de la denominación de origen de la sidra asturiana habla con naturalidad y llaneza de los problemas de salud que arrastra «desde haz ya tiempu», llamándolos por su nombre. No podía ser de otra forma en un hombre a quien le define como a nadie ese título que se da a pocos en esta tierra: el de paisano. Lo era su padre, un campesino de Cabueñes al que recuerda con orgullo y emoción. Él le inculcó qué significa ser eso y su primera lección fue la de que había que ayudar a los demás, ser buen vecino: «Cuando llovía salía con la fesoria a arreglar les cunetes pa que corriese el agua. Salía tapáu con un sacu y ¡unes moyadures! Mi madre reñíalu. Y yo empecé a salir con él desde pequeñu. Cogí esi espíritu suyu porque el cooperativismu siempre lo llevé muy dentro», relata Rubiera. Explica así su larga trayectoria al frente de diversas cooperativas agrarias. Tal vez de la iniciativa que más orgulloso se siente sea la creación de la Asociación de Cosecheros de Manzana. «Nunca me verás criticar a los paisanos de antes. ¡Pasaron la tira! Pero había que evolucionar. Ellos no lo hacíen. Y la única manera de da-y un futuro al campo y sobre todo a la manzana, a la sidra, era evolucionar. La denominación de origen fue una manera de da-y esi futuro», cuenta ahora, desde su retiro en una luminosa mañana de verano.

Al veterano cosechero le hace ilusión saber que un año más Gijón acoge su Fiesta de la Sidra Natural: «Eso es muy positivo. Todo lo que se hace, el récord de escanciado, el concurso... sirve para que se difunda más. La sidra debería ser el buque insignia de Asturias y deberíamos valorar la calidad que tiene y la de todos los productos que salen de ella», expresa, lamentando que «aunque me invitan siempre al festival, estoy ahora muy limitado. Pero voy encantáu a encontrame con gente extraordinaria». Les pone nombre a algunos de ellos: «Trabanco es como un hermano, trabajamos juntos mucho por la denominación cuando taba mal visto que un llagareru y un cosecheru se unieran. Menéndez, Castañón, todos hicieron muchísimo. Evolucionaron y ahí tienes el resultado. Hay que seguir hacia la profesionalidad», apunta, desmintiendo con su pasión y su empeño que esté «apartáu» de nada.

Apartado, en todo caso de la primera fila o de las servidumbres del trabajo profesional. Del otro, el de casa, sigue como siempre al pie del pumar. «Sí, hombre, algo hago en la finca», confiesa sin darle mucha importancia, como hacen los paisanos al hablar de las cosas importantes de verdad. «Los agricultores tenemos una profesión digna: producimos alimentos. Y eso hay que lo mimar. Claro que sigo trabayando, pero solo lo que se puede».

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