Sidrería Trabanco: «Estar unidos ha sido la clave para sobrevivir»
El llagar de Lavandera presenta este viernes un libro escrito por Pachi Poncela sobre las cuatro generaciones que han forjado sus primeros cien años de vida
«Cumplir un centenario bien merece que la historia de Sidra Trabanco quede plasmada en un documento para la posteridad y, sobre todo, que ... sea un recuerdo para la familia». Yolanda Trabanco, cuarta generación del llagar gijonés, habla con entusiasmo del libro 'Trabanco, 100 años escanciando juntos' que este viernes se presentará a las siete en el llagar El Túnel, en Lavandera, una lugar fundamental de su historia. Se trata de un túnel ferroviario construido a principios de 1892 que iba a servir como línea de transporte del carbón a la cuenca minera hasta El Musel. El proyecto, que finalmente no cumplió su fin, guarda hoy más de un millón de litros de sidra y el museo familiar. Las entradas para el evento, con un precio de 5 euros que incluye un ejemplar, ya se han agotado.
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Escrito por el periodista gijonés Pachi Poncela, este libro pone letra a la historia de Sidra Trabanco –Premio de EL COMERCIO a la Proyección de Asturias 2025– y a toda su evolución en un relato cargado de «anécdotas, confesiones y mucho cariño» a través de entrevistas a los familiares que conforman o han conformado el llagar. Una obra que honra especialmente a aquella primera generación que, sin saberlo, puso en marcha lo que hoy es una empresa centenaria.
Fue en 1925 cuando Emilio Trabanco empezó a producir su sidra en el pequeño llagar familiar de Lavandera. Su ilusión era hacer llegar su sidra a todos los rincones de Asturias, a pesar de que las primera cosechas fueron realmente duras. Poco a poco, la fama de su sidra fue aumentando y conquistando Gijón. En 1963, Vicente y Alicia, hijos de Emilio, se hicieron cargo del negocio. Y tiempo después, en 1988, el nieto de Emilio, Samuel Trabanco, cogió el relevo.
Yolanda, cuarta generación, explica que en las páginas del libro se pueden encontrar «recuerdos de infancia» de la saga familiar. «En la época de mi padre, sus hermanos y primos tenían que ira trabajar al llagar antes de ir a la escuela y, al salir, ir a lavar las botellas. Fueron tiempos difíciles». Recuerdos ya ajenos a los suyos propios: «Nosotros, de niños, jugábamos entre toneles».
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Cada generación deja su perspectiva de la vinculación con el llagar en 'Trabanco, 100 años escanciando juntos'. En el caso de Yolanda, ha optado por hablar de lo que supone trabajar en familia y en una empresa familiar. «Nunca sabes dónde termina una y dónde empieza la otra. Está todo entremezclado», ríe. También habla del compromiso de continuar. «Cuando naces en esto y vives en esto al final va innato en ti», dice.
Mirando locales en Madrid
Para ella, el mayor logro en estos cien años es «haber sobrevivido gracias a haber permanecido unidos» generación tras generación. Lo dice a sabiendas de que «a medida que las familias crecen las complicaciones también lo hacen. Asimismo, se siente «satisfecha» de que Trabanco haya conseguido «llegar con la sidra a tantas partes del mundo». Por ello, es inevitable que se acuerde de sus bisabuelos y enorgullecerse de todo lo logrado en cien años.
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Sobre los planes de la familia, Samuel explicó a ELCOMERCIO que su sueño es «abrir Casa Trabanco en Madrid». De hecho, ya ha estado «mirando locales» por la capital, aunque todavía no le ha conquistado ninguno. Su listón, como su sidra, es alto.
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