Samuel Trabanco
«La DOP de la sidra es un corsé que nos queda muy apretado. Deberíamos ser IGP y que el Principado ofreciera sidra en cada evento»
Samuel Trabanco (22 de septiembre de 1959) sabe de sidra desde que nació. Es un hombre sencillo, conversador y que trabaja por objetivos y «por ... dejar un legado que perdure. No soy pesetero», afirma. Trabanco fue el primer llagar en comercializar la bebida asturiana y, en el marco de las celebraciones por su centenario, el pasado lunes organizó una cena benéfica en beneficio de la asociación Zaporeak, que ofrece comida digna a los refugiados que llegan a Europa.
–¿Le gusta ayudar?
–Me gusta tratar como a mí me gustaría que me trataran si necesitara ayuda.
–¿Es feliz?
–Sí porque hago lo que quiero y ese es mi consejo para mi hijo y mis dos hijas.
–¿Cómo se consigue?
–No siendo pesetero. Yo trabajo por objetivos, no para ganar más.
–¿Cuál es su próximo objetivo?
–Tengo un proyecto en mente que mira que me dicen los hijos '¿pero por qué no descansas un poco?' y no quiero, soy culo inquieto.
–¿En qué consiste ese proyecto?
–Mi sueño es abrir un Casa Trabanco en Madrid, en el barrio de Salamanca o el paseo de la Castellana.
–¿Va a conquistar la capital?
–Sin duda alguna, pero escanciando ¿eh? Y bien. Nada de usar tapones. Yo los quito de mis restaurantes.
–¿No hay tapones en Casa Trabanco?
–Tengo entre mis filas a los mejores escanciadores de Asturias, solo se usan cuando el viento impide escanciar o porque el cliente lo pide con mucho ímpetu.
–¿Qué opina de la profesionalización del sector?
–Es necesaria. Yo quiero que me escancien bien y que la sidra rompa en el vaso. Sabe diferente y eso lo nota cualquier buen bebedor de sidra.
–¿Cómo tiene que romper la sidra?
–Debe caer desde una altura de entre 30 y 50 centímetros y chocar contra el borde interior del vaso para que se oxigene bien y libere el aroma.
–¿Y a cuántos grados hay que beber la sidra?
–Para mí, a once grados en verano y trece en invierno.
–¿Hay gente que prefiere que no le escancien?
–La pandemia trajo dos cosas. El individualismo: que cada uno use su propio vaso, que veo bien, y lo del tapón, que se puso de moda aunque a mi no me gusta. Pero la mayoría que usa tapón es porque escancian un poquito solo y economizan y con eso beben menos y por tanto piden menos botellas de sidra.
–¿Está cara la botella de sidra?
–Para nada. Caro está un café o una caña, que vas por ahí y te cuesta más que una botella de sidra. Con esto sacamos muy poca rentabilidad.
–¿Ha cambiado mucho la forma de consumir sidra?
–Muchísimo y, sobre todo, de venderla. Yo con esto de la comunicación y el marketing me pierdo.
Cien años de historia
–Pues dicen los entendidos que lo hacen muy bien y que han conquistado Nueva York...
–Este año está siendo muy especial. Nacimos en 1925 y, entre otras cosas, estrenamos en el Festival de Cine de Gijón un documental que se llama 'La Gran Manzana'. El 7, 8 y 9 de agosto, lo proyectaremos en el llagar de LLavandera .
–La fama les llama a la puerta...
–(Risas) Estamos en racha. Salió Eva Longoria hace nada escanciando un culín de Trabanco y tuvimos visita de Casa Real.
–¿Las herederas a la Corona estuvieron aquí?
–Sí. Cuando el 'Elcano' estuvo en Gijón, vinieron la Princesa Leonor y la Infanta Sofía a cenar a Casa Trabanco. Nos felicitaron por la comida, les encantó la sidra y fueron majísimas.
–Están de enhorabuena.
–Estoy de enhorabuena desde que nací aquí, me cayó un saco de manzanas y en lugar de aplastarme me enamoré de su olor y eso transmito a mi familia y a mis trabajadores.
–¿Cuántos empleados tiene?
–Actualmente, treinta y cinco. Y tienen la buena costumbre de cobrar y yo de pagar a tiempo.
–Su casa en Llavandera va ser un punto de referencia turístico.
–Calla, calla. Mejor que sea solo mi hogar. No hay sitio más guapo en el mundo. Eso sí, otro de mis proyectos es llegar a tener más de cien hectáreas de pomaradas, que hay poca manzana asturiana.
–¿Cómo está siendo la cosecha de este año?
–Este año tocaba buena cosecha, pero se perdió mucha en la floración por el tema de exceso de humedad en la primavera y hubo mucho hongo.
–¿Cuántas manzanas se necesitan para una botella de sidra?
–Un kilo de manzana exactamente.
–¿Y la DOP ha venido a ayudar o a molestar?
–Molestar no molesta nada en la vida, pero la DOP es un corsé que nos queda muy apretado. Yo defendería más ser IGP y definir la cantidad de manzana asturiana que debería llevar cada botella. Hay muchas IGP y funcionan muy bien.
–Lo que también está funcionando muy bien son los nuevos productos de sidra, ¿no es así?
–Hay que avanzar con los tiempos y modernizarse. Está muy de moda el botellín de sidra, es muy europeo como dirían los jóvenes.
–Pero sidra como la asturiana...
–Ninguna. La francesa se puede asemejar un poco pero las demás son agua y azúcar. La calidad de la nuestra es inigualable. Por algo la cultura sidrera ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
–¿Aboga entonces por la tradición?
–Abogo por la forma en la que elaboramos la sidra. La sidra casera. El mayado y prensado y la elaboración de la sidra es única. Debería darse a conocer.
–¿No se está haciendo?
–El Principado tendría que tener sidra en cada evento y acto institucional, dentro y fuera de la región. Escanciar y ofrecer nuestra bebida. Ya verías cómo así subían las ventas.
–¿Es que han descendido?
–Sí. Yo llegué a vender más de cinco millones de litros. Ahora llegamos a cuatro, y justos. Y gracias a la exportación.
–¿Su sidra favorita?
–Me encanta la sidra selección, tiene un plus más que la natural, pero las naturales son excelentes. También la sidra brut reconozco que me gusta mucho, pero mi favorita es la sidra Alicia.
–¿Y el nombre de Alicia?
–Es el nombre de mi madre. Se lo merecía. Alicia es una sidra de autor fina y creada a partir de la manzana roja denominada Martina. Para mí tiene un componente sentimental muy especial. Es mi creación más preciada.
–¿Y el mercado la ha recibido bien?
–Muy bien, sí, aunque el mercado es muy cambiante. Ahora están de moda las bebidas sin alcohol.
–¿Sidra sin alcohol?
–Efectivamente. Sidra 0,0. Tiene mucha salida, gusta mucho y no notas en el paladar la diferencia. Está triunfando mucho.
–¿Tiene futuro ser llagarero?
–Pues por desgracia están cerrando muchos llagares. Es algo que me entristece mucho pero falta relevo generacional y la gente pronto va a darse cuenta de que la vuelta al campo es una gran salida profesional y de futuro.
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