La subida de la luz, el gas y la cesta de la compra aumentan los gijoneses que caen en la pobreza

En las últimas semanas son muchos los gijoneses que han recurrido a las entidades sociales en busca de ayuda. «Aquí hay colas en la puerta todos los días», dice Blanca Méndez, fundadora de Ningún niño sin cenar. En Cáritas, «el repunte ha sido considerable», constata Tránsito Aguado, responsable de comunicación. El Banco de Alimentos de Asturias ya ha empezado a recibir llamadas de algunas de las cuarenta y dos organizaciones y entidades sociales de Gijón a las que da cobertura en las que les advierten de ese incremento de la demanda de ayudas. Muchas, procedentes de nuevos usuarios. El año pasado, la fundación repartió en Gijón 623.000 kilos de comida -valorados en 1,6 millones de euros- que llegaron a 6.874 personas. Y María Velasco, coordinadora del Banco de Alimentos, está segura de que en 2022 «el número de usuarios aumentará».

«Una de cada cuatro personas lo está pasando mal, aunque no lo veamos porque la exclusión se vive de una forma muy invisibilizada», afirma el presidente de la Red Europea de lucha contra la pobreza en Asturias y director de Mar de Niebla, Héctor Colunga.

En organizaciones como Cruz Roja o Cáritas atienden a personas que necesitan de su respaldo para pagar facturas o llenar la despensa. Con lo que se están encontrando ahora es que muchos de los que desde enero han empezado a llamar a su puerta son viejos conocidos. Usuarios que lo fueron «hace cinco o seis años, pero que habían conseguido estabilizar su situación», comenta Tránsito Aguado. Las principales demandas de ayuda que atienden en Gijón los trabajadores sociales de la ONG de la Iglesia tienen que ver con el pago de los suministros energéticos y la vivienda.

Este último es también un grave problema. «En Gijón es prácticamente imposible acceder a una vivienda digna a un precio asequible. No se encuentra nada por menos de 500 euros y eso está fomentando el alquiler de habitaciones en pisos compartidos, el hacinamiento y unas malas condiciones de vida», apunta Aguado.

A los responsables de Mar de Niebla les ha llamado poderosamente la atención haber constatado recientemente varios casos de unidades familiares -parejas con hijos de corta edad y familias monoparentales- que, por no poder hacer frente a la renta de un piso, han recurrido a alquilar una habitación para vivir. «Esa situación entra en la definición de sinhogarismo», recuerda Colunga, que la trasladará a los Servicios Sociales del Ayuntamiento «para ver cómo abordarlo».

En uno de los recursos más frecuentados por las personas desfavorecidas, la Cocina Económica, también están sorprendidos con el incremento del número de usuarios del mes pasado. «Cuando vi los datos abrí los ojos», cuenta su directora, sor Marisela Cueto: de 16.040 desayunos, comidas y cenas servidas en el comedor o bien entregadas en táperes para llevar en febrero se pasó a 19.398. «Estamos viendo caras nuevas, gente muy normalizada, que no era usuaria de la Cocina Económica, y gente más joven. Es tremendo. Nos preocupa lo que estamos viendo».

Por su parte, en el proyecto de atención urgente a necesidades básicas de Cruz Roja de Gijón se atendió en este primer trimestre a 150 familias a las que se ayudó con 334 'entregas'. Esto es, abonándoles facturas íntegras de gas o luz, entregándoles vales de alimentos o asumiendo el coste de medicamentos no financiados por el Sistema Nacional de Salud.