Vacunas para los pobres
La llegada de una nueva ola de rabia generó la necesidad de vacunar a los pobres gijoneses, que eran más que los que constaban en censo
Jueves, 16 de febrero 2023, 00:52
La alarma saltó cerca de Granda, en la parroquia de Vega. Como venía siendo costumbre, en Gijón se adolecía de condiciones de seguridad suficientes como ... para impedir que los perros circulasen sueltos por la vía pública. Y ocurrió que allí, en Vega, un can «que presentaba síntomas de hallarse hidrófobo mordió a tres personas: a la mujer de Manuel Álvarez Álvarez, de Labandera (sic), en el brazo derecho; a una niña de 11 años de edad, hija de Jacinto Álvarez, de San Martín de Huerces, en la cara, en los brazos, una mano, y en las piernas, siendo su estado bastante grave; a Juan Suárez de Vega, en una mano, y a Andrés N., estanquero de Vega».
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No había duda: la rabia había vuelto a Gijón. La facilidad de transmisión de la enfermedad hacía temer males aún mayores en los próximos días, por más que un vecino de la parroquia afectada hubiera dado muerte al can, «de un hachazo», el mismo día en que todo ocurrió. Urgía, por ende, recomendar la vacunación para todos los vecinos que pudieran pagársela, y, para los que no, desempolvar la cartera municipal, dotada con 6.000 pesetas en su presupuesto «como subvención al Instituto de Vacunación establecido en esta villa, donde debe vacunarse gratis a los pobres». Pero el servicio, denunciaba EL COMERCIO, no funcionaba bien.
«Algunas de las personas mordidas anteayer», dijimos hace hoy 125 años, «después de haber abandonado su trabajo y perdido el jornal que necesitaban para sustento de sus familias, solo con objeto de venir a Gijón y hacer que les inoculasen el suero antirrábico, hallaron dificultad en aprovecharse de los beneficios (...) porque, al parecer, no estaban incluidas en la lista de pobres» censada en el establecimiento. Según esta, en San Martín de Huerces, por ejemplo, «solo hay cuatro pobres, cuando es indudable que hay más de 40, si en su formación se hubieran atenido al criterio legal de pobreza» y no a otros ajenos a la verdadera necesidad del pueblo. «Para algo han de servir las subvenciones del municipio», recriminábamos. Para algo, seguro que sí; para ayudar a los pobres, quizás no tanto.
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