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El desaparecido boceto de Velázquez en Gijón.
1923. Hace 100 años.

Cuando tuvimos un Velázquez

Un boceto preparatorio para un cuadro del artista, perteneciente a Jovellanos, vivió un gran trasiego hasta su destrucción en 1936

Martes, 21 de febrero 2023, 01:03

Hubo un tiempo en que en Gijón hubo un Velázquez. Un boceto más que un cuadro, bien es verdad, pero Velázquez a fin de cuentas. ... La figura preparatoria para uno de los personajes de 'Cristo después de la flagelación' (1626) perteneció, según se dice, a la colección particular de Jovellanos, y aquí seguía hace un siglo, a trece años de su desaparición en la Guerra Civil. Y con polémica, según llegó a EL COMERCIO en su portada de hace hoy cien años. «Decían que había desaparecido del Museo del Prado», titulábamos, indignados, «y ayer la vimos en la sala de bocetos de nuestro instituto». Ocurrió que en la Revista de Bellas Artes, dirigida a la sazón por el crítico Francisco Pompey, había aparecido aquellos días un artículo firmado por un tal F. D. C., «en el que el cronista aseguraba que del salón del Prado de Madrid había desaparecido una obra de Velázquez». Con la entendible alarma mediante, claro.

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«Entonces, la dirección de dicho Museo hubo de negar el hecho». Una 'fake new' en toda regla, vaya, porque el boceto de Velázquez donde estaba era donde le correspondía estar: en Gijón. Tiempo atrás, el dibujo había sido llevado, junto a todas las obras que, atribuidas al sevillano, andaban repartidas por la Península, al Museo del Prado de Madrid. Allí formaron parte de una exposición temporal, volviendo, como es natural, a sus distintos orígenes una vez acabada esta.

El boceto de la colección de Jovellanos volvió, por ende, a Gijón, «en donde, según la dirección del Museo del Prado, debía hallarse. De modo», concluíamos, «que la denuncia era falsa, y se trataba de un error, pues ese dibujo no fue nunca del Museo, y sí propiedad del Instituto». No solo no había desaparecido -aunque tristemente lo fuera a hacer en un tiempo no muy lejano-, sino que estaba expuesto en el Real Instituto de Jovellanos, «designado con el número 410».

Tanta fue la polémica que, para demostrar a mayores que el dibujo seguía intacto «en nuestra gloriosa sala de bocetos», EL COMERCIO llegó a publicar en portada un esbozo copiado del natural. La artística afrenta, así, llegaba a su fin. De Gijón y en Gijón.

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