Versos para Luisa

Así, generosa, amable y con la sonrisa abierta era Luisa Rodríguez García. Lo contaríamos cuatro años después, a su muerte, en septiembre de 1976. Dijimos, entonces, en las páginas de la información referida a la villa del Adelantado, que era Luisa una «mujer de perenne sonrisa, que seguía llamando 'niñinos' o 'fiínos', pero sin retirar el 'usted', a quienes hace cerca de medio siglo ya vendía tebeos, y ahora, como veceros, tenían reservada en su puesto la prensa cotidiana o semanal.Luisa, así, a secas, para todos, era, sin duda, una institución en la villa».

Y tanto que sí. Había comenzado su carrera como kiosquera en un bajo de las Consistoriales, yendo y viniendo cada día con decenas de ejemplares de LA VOZ DE AVILÉS, recogidos de su propia mano de los talleres de nuestra cabecera avilesina. Aquel puesto lo destruyó la guerra, y entonces Luisa «pasó a ocupar un modesto local próximo al Palacio de Llano Ponte, entonces Liceo y ahora cine 'Marta y María'», que hoy es un asador, en la calle del Rivero. «Qué muyer más noble y güena», aseguraba, en sus versos de hace 50 años, Guardado. «Qué manoxáu de vertudes, / pa repartir, almacena. /Todos cuanto la conocen / que vien ser la villa entera, /paecen querer pellar / por ser el que más la quiera». Y tan merecido. «Ye güena, Luisa». ¡Muy 'güena'!