La 'limosna' del Corán que enriquece al Estado Islámico
Los terroristas sirios se financian con la exportación ilegal de petróleo, los secuestros y los impuestos que cobran en los territorios que dominan; pero también con el zakat, las donaciones sagradas que establece el Islam y que, procedentes de Kuwait, Qatar y Arabia Saudí, permitieron fundar el ISIS
óscar b. de otálora
Miércoles, 18 de noviembre 2015, 11:50
El presidente ruso, Vladimir Putin, denunció el pasado lunes en la reunión del G-20 que algunos de los países que se sientan en el comité de países industrializados ayudan a financiar el terrorismo islámico. La declaración era una acusación directa a Arabia Saudí, la principal potencia árabe que pertenece a este comité y con vínculos evidentes con el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés). Lo que hizo Putin, embarcado en una acción de guerra en Siria con campañas de bombardeos aéreos, es poner la lupa en una de las cuestiones más escabrosas sobre la supervivencia del yihadismo islamista. Pero el apoyo de países suníes como Arabia Saudí, Qatar o Kuwait al Estado Islámico tiene un componente religioso que forma parte de las bases del Corán: el zakat, algo que se puede traducir muy libremente como «la limosna que purifica».
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El Estado Islámico, según todos los analistas, se financia por la venta ilegal de petróleo, de las antigüedades robadas en los territorios que captura, así como por los secuestros que perpetra, el tráfico de personas, el cobro de impuestos y el zakat. Según el Corán, el zakat es un porcentaje de sus riquezas que los más ricos de la comunidad musulmana deben entregar a los pobres o a una causa para purificar su fortuna. Este pago, establecido en un 2,5% del patrimonio del donante, es uno de los pilares del Islam, junto con las oraciones diarias o las peregrinaciones a los lugares sagrados, por ejemplo. Pero, para los expertos antiterroristas, el zakat es clave para entender que el Estado Islámico consiguiera financiación para ponerse en marcha y que aún siga recibiendo donaciones de particulares de los países árabes.
El Estado Islámico, como grupo con identidad propia, surgió en 2010 como una división de Al Qaida en Irak. Para entonces, el grupo fundado por Bin Laden se encontraba en franca decadencia por la presión de las tropas norteamericanas y el Ejército iraquí, así como por el rechazo social al que se enfrentaba en Irak. Los dirigentes del embrionario ISIS se establecieron en Siria y desde allí se enfrentaron a Bashar el Asad. Según numerosas investigaciones, en ese momento contó con las contribuciones económicas procedentes de los países del Golfo, con una fuerte presencia salafista -la rama más reaccionaria del Islam- pero también con un fuerte antichiismo. En ese momento, el Estado Islámico era una pieza en la lucha entre Irán, chiíta y que apoyaba a El Asad, y los países del Golfo, sunitas y temerosos del crecimiento de Irán. Así fue como el ISIS consiguió establecerse en un primer momento.
Rivales chiítas
Sin embargo, sus barbaridades, sus amenazas a Occidente y su creciente capacidad de desestabilizar la región hicieron que la presión internacional se centrase en acabar con sus fuentes de financiación. Los analistas internacionales creen que, hacia 2012, los países del Golfo ya habían dejado de financiar al Estado Islámico, aunque se considera que la ayuda privada, procedente de jeques y familias importantes, no ha cesado. El condicionante religioso es clave para entenderlo. Para muchos donantes, dar dinero al Estado Islámico no es sólo una posibilidad de debilitar a sus rivales chiítas, sino que también ofrece la salvación de sus pecados.
Los expertos no son capaces de contabilizar a cuánto asciende la ayuda procedente del zakat, ya que en muchas ocasiones se paga mediante donaciones anónimas realizadas por Internet. Asimismo, en el mundo árabe existen bancos especializados en gestionar los pagos del zakat -por ejemplo para ayudar a grupos palestinos- que están fuera del radar de las agencias internacionales.
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Esta opacidad, sin embargo, rodea a todas las finanzas del ISIS. Las agencias antiterroristas sí están seguras de que consigue dinero del contrabando de petróleo procedente de las refinerías y los pozos de los que se ha apoderado. Una estimación es que podría recibir más de 1.500 millones de dólares al año procedente de este tráfico ilícito. La cantidad es tan grande que las potencias occidentales están bombardeando sus instalaciones industriales y los convoyes de camiones cisterna. La coalición antiyihadista liderada por Estados Unidos destruyó el pasado domingo 116 de estos vehículos en el este de Siria.
Tráfico de personas
Los expertos también están seguros de que el ISIS obtiene dinero de la venta de antigüedades procedentes de los lugares históricos que ha ocupado como la ciudad de Palmira. Algunas agencias incluso han vinculado la destrucción de lugares históricos con algo más que con la religión. Según estas fuentes, el Estado Islámico pretendería subir los precios en el mercado de objetos antiguos haciendo que cada vez sean más escasos por la mera destrucción de los originales.
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El ISIS también se financia mediante los secuestros y el tráfico de personas. En este sentido, algunas investigaciones han permitido establecer que las redes de contrabandistas de los terroristas cobraban hasta 8.000 euros a los emigrantes por trasladarles hasta Grecia o Turquía. Esta fuente de financiación es una de las paradojas de este conflicto. Las mismas personas que huían de la guerra protagonizada por el Estado Islámico tenían que pagar a los terroristas para poder marcharse.
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