Los agujeros que deja el olvido
Científicos japoneses parecen tener muy avanzada la técnica que permitiría eliminar de nuestra memoria aquellos recuerdos que nos martirizan
Siempre repito que somos lo que recordamos, que nuestra biografía, lo que nos construye, no tiene otros materiales que los fragmentos de vida que habitan ... en nuestra memoria, que nos dan nuestra medida exacta, y el deterioro que nos lleva a diluir las imágenes, las emociones vividas, los ladrillos de ese edificio que nos nombra, supone la desposesión de lo único que realmente nos pertenece, lo que somos.
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De vez en cuando, noticias que parecen tener un pie en una novela de anticipación, cuando no directamente extraídas de una película de ciencia ficción, nos sacuden con los tintes de futuro pluscuamperfecto que suponen esos pasos que la ciencia parece estar explorando. Días atrás, una información que ya se había asomado a las páginas de los periódicos en otras ocasiones, suscitando tanta esperanza y expectación como dudas en su procedimiento y resultados, volvía a salpicar algunos medios: científicos japoneses parecen tener muy avanzada la técnica que permitiría eliminar de nuestra memoria aquellos recuerdos que nos martirizan. Como parece lógico, esta investigación está encaminada a luchar contra el deterioro cognitivo de enfermedades como el alzheimer e intervenir asimismo en otras como la esquizofrenia. Es decir, que no es que estemos hablando precisamente de un escenario del tipo de las películas en las que un científico loco o, lo que es peor, hombres de negro en el más amplio sentido, te enchufan un electrodo o te disparan un rayo de luz y te dejan reseteada la memoria, como si fueras un envase vacío en el que pueden escribirse los recuerdos que a alguien le dé por implantarte.
Pero aunque sepamos que estamos hablando únicamente de una posibilidad, de experimentos que hasta ahora tienen como objeto de estudio a ratones (que por cierto, a mí casi me seduce más conocer el mecanismo que permite a los científicos 'leer' en el cerebro de los ratones recuerdos agradables y desagradables y la persistencia o desaparición de ellos), aunque sepamos que en ciencia todo va pasito a paso y no conviene mezclar la realidad y el deseo, no podemos evitar pensar en ese futuro en el que podremos eliminar a voluntad no solo aquellos recuerdos terribles y traumáticos que interfieren con el desarrollo de nuestra vida y enredan nuestra salud hasta convertir los días en una tortura. No. Quien más, quien menos guarda en los intrincados recovecos de la mente imágenes dispuestas a asaltarnos en momentos apacibles: situaciones bochornosas, reacciones poco heroicas, injusticias cometidas de las que nos arrepentimos profundamente y nos avergüenzan. Y ya que parece que lo de los viajes en el tiempo que permitieran ese desbarajuste que supondría la modificación de los errores cometidos no es para ahora mismo, al menos disponer del olvido como analgesia sería un consuelo. Lo que no recuerdas es como si no hubiera existido y aquellas situaciones en las que creíste morirte de vergüenza desaparecen con la celeridad de un destello.
Solo que incluso los recuerdos que eliminaríamos con gusto, ocupan un espacio que si se queda vacío, siempre habrá siniestros gobiernos, multinacionales poderosas, el lado oscuro de este mundo o incluso de otros, dispuestos a rellenar ese hueco con otras imágenes, con otra memoria. Y a ver en qué tipo de seres dóciles y manejables (más aún) nos convierten con la implantación de unos recuerdos que nos transformarán, puesto que únicamente somos memoria, en los habitantes de un mundo diseñado a la medida de sus ambiciones.
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