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No es la Feria, ni creo que sus organizadores lo pretendan, estrictamente un foro de economía. Ello no quiere decir que, con ser esto cierto, ... en el certamen no se pongan sobre la mesa, año tras año, las fortalezas y, también, las debilidades de un sistema productivo como el que atañe al Principado especialmente convulso en los últimos años. Ejemplos de esa actividad volcánica empresarial están en la mente de todos, cierto es que con visiones bastante diferentes de la realidad como ayer mismo se puso de manifiesto en las diferentes intervenciones de la inauguración oficial. En lo que concierne a Gijón, nadie duda que El Musel es una pieza clave no siempre entendida y, también en no pocas ocasiones, rodeada de un halo de cierto misterio para el coún de los ciudadanos. Muy pocos saben, con ser una sociedad de carácter público, qué es lo que se cuece en la falda de la campa de Torres. Para ejemplo, uno de plena actualidad. El movimiento de graneles sólidos, espina dorsal de la actividad portuaria durante decenios, sufrió el lógico bajón por los efectos de la denominada economía verde. Las cuentas se resintieron. Sin embargo, desde hace un año y medio, coinciden los analistas con los datos en la mano, ha habido una especie de resurrección de este tráfico en concreto, coincidiendo con la invasión rusa de Ucrania. Es obvio que nadie desea una guerra, pero a El Musel le supuso una inyección de económica tan sobrevenida como inesperada. «Que se sepa, del puerto no salen trenes con graneles para el resto de España», señalaba con sorna un experto conocedor portuario. Sin embargo, el tráfico creció entre tres y cuatro millones de toneladas como puerto de almacenaje con destino posterior a dársenas alemanas. Mucho dinero para las arcas locales y una forma de salvar balances, porque en graneles líquidos y otros tráficos la cosa no está para fiestas. Además, todo hace indicar que tres proyectos empresariales en terreno portuario con una inversión global de 80 millones de euros es más que probable que se queden en eso, en papeles, entre ellos el de la controvertida planta de pirolisis. El Ayuntamiento, parece, no dará las preceptivas licencias. El Musel, en fin, siempre está presente en la vida local, lo cual no tiene por qué ser negativo si se obra en beneficio general.

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Barbón y su nuevo gobierno tienen ahora la última palabra para, con los hechos, reafirmar o no su confianza en los actuales responsables. Quinielas hay, dentro y fuera del puerto, para todos los gustos. Eso sí, los más críticos coinciden en que la guerra y su indirecta inyección económica no van a durar siempre (tampoco el almacenaje de gas en la ex regasificadora) y no son pocos los que opinan que es el momento de prepararse con otros mimbres para la llegada de la paz. Otros, por lo que parece muchos menos, ven el vaso medio lleno y es que, ya se sabe, también en esa feria hay lugar y cabida para todos.

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