La cajonera y los cachivaches del Muro

-Esto es una escultura fúnebre, hasta con su palmerita y todo; de negro las cajas, o sea los féretros, estarían mejor, dijo uno.

-Pues a mí me parece un anuncio de Ikea, replicó el otro.

-Aunque no hay nadie sentado, yo creo que es un banco con taburetes. Deberían poner un cartel para que se sienten, coño, remató el más realista y observador.

Efectivamente, los cajones de la cajonera, valga la redundancia, son asientos. Desde el Ayuntamiento se nos aclara la función que tienen estos tronos de madera, que no es otra que «humanizar espacios peatonalizados» como el 'cascayu' Por cierto, los colores del 'cascayu' están ajados y envejecidos prematuramente. Y no por las pisadas; en calles contiguas semipeatonales como Ruiz Gómez la gente va por la acera y no por el 'cascayu', y los colores están igual de desvaídos y sucios.

El 'horror vacui', miedo al vacío, por lo que se rellena cualquier espacio libre, se ha aplicado a diferentes corrientes decorativas, desde los celtas y árabes, a los grafiteros actuales. Fue el ensayista italiano Mario Praz - en la película 'Confidencias', de Visconti, el protagonista (Burt Lancaster) es un trasunto de Praz- quien dio un sentido peyorativo al horror vacui, al aplicarlo a la atmósfera sobrecargada de la decoración victoriana en la Inglaterra del siglo XIX.

Sería terrible que el miedo al vacío sea la estética predominante del paseo del Muro. Sería un error gigante que el espacio libre ganado por la peatonalización un tanto bravía, se cubriera con cachivaches, que lejos de humanizar, abigarran y agobian una zona privilegiada de Gijón.

El Muro necesita estudios con cabeza y no ocurrencias al tuntún que, al final, sustituyen el espacio ganado al tráfico por inútiles y efímeras cajoneras, expresión del horror vacui que padecen algunos munícipes con mando en plaza. En los diseños de paseos, lo menos, es más. Por eso, la cajonera y muchos bancos, sobran en el Muro.