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Cocinando y siendo

LUIS ANTONIO ALÍASCRÍTICO GASTRONÓMICO

Jueves, 27 de octubre 2022, 01:32

Durante las distendidas charlas que propicia a posteriori la entrega de las Calderetas de don Calixto, recordamos un grupo de amigos la agradabilísima comida con ... Martín Berasategui y otros ilustres -Subijana, Arzak, Arbelaitz- en Casa Consuelo. Berasategui, que acababa de recibir la Caldereta Nacional, dijo de inmediato: «De comer allí vengo yo, gente extraordinaria cocinando y siendo».

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«Cocinando y siendo», qué guapo suena. Y qué enorme verdad. Por eso nos desviábamos de la autovía para hacer un alto donde el horno y el entorno se mimaban, un entorno formado por el restaurante, el hotel, la bodega, la tienda, la pinacoteca derivada de la bienal, la huerta y los libros. Y el elemento el humano, él y su familia, capaz de tender y mantener una red de amistad, cocina y arte -tres principales bellas artes- densa, duradera y generosa.

Casa Consuelo la levantaron Ramón y Consuelo, casi vecinos, un año difícil que presagiaba otros bastante peores: 1935. Pero eran un matrimonio joven y animoso, les sobraba oficio y tiraron adelante salvando la guerra y afianzando famas en la cruda posguerra. Se extendió la fama de su fonda con servicio de comida y tienda. En su salón de baile los vecinos cortejaban y se casaban, los comedores unían a camioneros y viajantes deseosos de reponer sabrosamente fuerzas, y los gourmets y veraneantes de copete acudían en demanda de los pescados y mariscos de la madre coraje: Ramón falleció joven, dejándola con cuatro hijos; para mantenerlos trabajó sin medidas ni horarios hasta que la edad les fue gradualmente permitiendo a ellos compartir fatigas y afanes.

Álvaro junior pasó a nuevo anfitrión y portavoz, se casó con Araceli, allí de ayudanta, a la que sucedió, y amplió una carta clásica y patriótica de pesca, granja y caza. Tales desvelos obtuvieron reconocimientos del Principado de Asturias, de la Faba de Oro, de la Cofradía de San Timoteo, del Urogallo de Bronce, del Cucharón al Buen Guiso Marinero... O el título de Mejor Restaurante Tradicional Español.

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Amigo de sus amigos, y sus amigos de él, puso un salón Severo Ochoa para homenajear al confidente y parroquiano exhibiendo el diploma del Nobel y un busto del bioquímico con factura de Santarúa, mientras en el salón Consuelo y resto de espacios podemos admirar cuadros de Pelayo Ortega, Sierra, Linares, Lombardía, Pachín Galano y otros notables de la pintura. Nos contó así el nacimiento de su pequeño museo: «El deseo de adquirir pinturas singulares para los comedores lo convertimos, a propuesta de Ricardo Hueso y con la ayuda de Villapastur y Linares, en la Bienal Nacional de Pintura Gastronómica. Quedamos sorprendidos del éxito».

Y mientras lo comentaba -qué rápida pasa esa cosa tan extraordinaria que es la vida- me regalaba su libro 'Casa Consuelo, setenta y cinco años entre fogones y pinceles', un compendio de maridajes entre pintura, historia y guisos.

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Gracias a sus iniciativas, los valdesanos, y todos los asturianos, le debemos la importación de les fabes verdines del llanisco valle de Ardisana al valdesano valle de Paredes, y de la playa de Cuevas del Mar a la playa de La Cueva: duplicó así la denominación de origen sin merma de calidad alguna.

Álvaro tuvo una vida larga, útil y fructífera, innovó desde una humildad casi excesiva, quiso y fue querido. Nos apena despedirle y nos alegra seguir conociéndolo a través de su legado. Por eso, igual que Berasategui, le damos el hasta siempre.

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Remedando a Berasategui, un paisano extraordinario cocinando y siendo.

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