Los maestros más veteranos saben que en el siglo pasado eran poco frecuentes los niños que eran considerados hiperactivos, y menos aún, el escolar -casi ... siempre niño- al que se diagnosticaba como TDAH (Trastorno con Déficit de Atención con Hiperactividad). Unas siglas que llegaron a ser familiares en el mundo de la pedagogía. Fue a principios del siglo XXI, cuando se generó lo del niño hiperactivo. Recuerdo a una madre muy simpática que decía que su hija era «imperativa», un vocablo que reunía, por una parte, el mando en plaza de la nena porque hacía lo que le venía en gana y, por otra, el carácter impulsivo, variable y distraído de la criatura.
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A nuestra Corporación municipal, y especialmente a algún edil plenipotenciario, le cuadra bien el calificativo de imperativo, por lo de mandar, y lo de hiperactivo, porque como aquellos niños inquietos, picotean aquí y allá, pero no hacen nada. El edil imperativo e hiperactivo es el que crea un problema allí donde no lo había. Se guía por el 'ensayo error', sin saber que este método que en algunos casos resulta excelente para un científico, en otros casos no sirve. Un médico que está operando a un paciente de apendicitis no puede intentar el 'ensayo error', porque podría matar al enfermo. Ni tampoco un concejal de Movilidad y Medioambiente, porque podría llevar a la ciudad a un atasco romano.
La hiperactividad urbana se manifiesta en proyectos sin realizar, concursos sin adjudicar, y en definitiva una mirada puesta en un futuro lejano, que muchas veces sirven como cortina de humo para ocultar una realidad poco amable. ¿Qué pasa con la depuradora del Pisón y la contaminación galopante por tierra, mar y aire? ¿Cómo va o no va lo del plan de vías? ¿Por qué no se ha solucionado el problema de la ITV en Granda? ¿Cómo ayudar al pequeño comercio para paliar el cierre de locales que puede llevar al centro de Gijón a convertirse en una ciudad fantasma? Frente a este panorama desolador, concursos de ideas como Fomento resultan pintorescos. Al final, el único resultado después de tanto concurso, es que una calle 'Rodríguez San Crespo' tendrá un carril de circulación y no dos. Para eso no hacía falta tanto proyecto e hiperactividad.
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