En defensa del tour presidencial
La censura de que es un movimiento electoralista no es en absoluto admisible. ¿Había que esperar casi un año para protestar y pedir garantías?
Dentro del género narrativo, hay un estimable sector cuyo trasfondo son los viajes. Hay novelas de aventureros, de turistas, de soñadores… Y también hay diarios ... de viajeros, de menores pretensiones, pero, a veces, de no inferior calidad que sus parientes de mayor extensión. Valgan los 'Diarios del camino', que la Universidad de Oviedo y la Fundación Valdés-Salas vienen distinguiendo desde hace unos años con el Premio Alfonso II.
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Evidentemente, este comentario no va de literatura, sino de lo que, ya tópicamente, viene llamándose 'el maratón de Barbón' por los departamentos de la Administración General del Estado, para pedir explicaciones, compromisos y plazos ante el penoso porcentaje de ejecución de las inversiones del poder central en Asturias en el pasado ejercicio.
Se ha escrito mucho en estos días y mucho político y analista ha salido a la palestra a costa de esta ronda acelerada de encuentros en los ministerios más directamente implicados con los compromisos retardados para nuestra región. Y digo que voy a defender el periplo de don Adrián no por afinidad política ni por el afecto hacia quien fue un excelente alumno, sino por justicia. Y porque fui de los primeros -y en una emisora pública- en censurar que todos, empezando por los responsables regionales de los distintos sectores, siguiendo por la Delegación del Gobierno (que está constitucionalmente para eso), continuando por las organizaciones sociales y terminando por la propia ciudadanía, hayamos dejado que se produjera esta desidia estatal para la que las excusas -ya se sabe, el aumento de los costes, la Ley de Contratos…- ya no cuelan.
Que las instituciones del Principado tardaron en reaccionar por no hacer exhaustivos seguimientos e impedir o trasladar las quejas ante los incumplimientos y demoras, es una evidencia. Pero también son parte de las instituciones, amén del Ejecutivo autonómico y las alcaldías afectadas, las leales oposiciones y los grupos políticos que las conforman. También en las Cortes Generales. Y parece que todos hemos caído del guindo de repente. O callado, culposamente, si lo sabíamos.
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Pero de sabios es rectificar y coger cuanto antes el toro por los cuernos. Y Adrián Barbón lo ha hecho. La censura de que es un movimiento electoralista no es, en absoluto, admisible. Primero porque, según esta crítica, ¿había que esperar casi un año para protestar y pedir garantías? ¡Pues buenos estaríamos pasado el ecuador de 2023! La celeridad es siempre elogiable y, naturalmente que, quien pretende revalidar sus responsabilidades, debe moverse; demostrar que hace cosas en favor del interés general de la comunidad que representa. ¿Eso es electoralismo? Indirectamente, sí. Pero totalmente lícito. Lo inmoral es cobrar la soldada o las dietas y dormitar en el escaño o en el despacho oficial.
Las reprimendas, en suma, tienen lugar para fustigar lo que no se hizo antes o lo que, pasado un tiempo, pueda verse que no ha surtido efectos. Pero desacreditar un movimiento fulminante, ambicioso, público y amplio, no es ni moral ni políticamente aceptable. No todo vale, aunque esto tengamos que decirlo de continuo y, por desgracia para quienes tenemos un claro credo político, lo veamos desde todas las orillas.
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¿Serán solo buenas palabras? Lógicamente, lo veremos. Si en poco más de diez meses no hay billetes para tomar el AVE; si este verano no está reconstruido el puente de La Barrosa, que tanto dolor me causa; si las nuevas bonificaciones del peaje del Huerna no son inmediatas y más generalizadas; si el bono de alquiler joven envejece antes de materializarse; si no se da la autorización inminente para la regasificadora de El Musel; si nada se hace para la modernización de Arcelor, o el desconcentrado centro nacional para la protección forestal de Tineo acaba siendo un camelo, entre otras promesas alcanzadas, ya se pedirán explicaciones. Pero, repito: todos, incluidos los ciudadanos afectados. Y, de lo pactado, por deformación profesional, me quedo con la constitución de una comisión bilateral, donde, señor presidente, hay que situar a las personas más capaces, mejor formadas y con menos reparos a la hora de exigir lo que es justo y de airear los agravios comparativos.
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