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¡Bah, Rafa!

Si miraras bien, entenderías que el dinero que te van a pagar forma parte de una partida de 6.300 millones que desde 2021 destina la monarquía saudita a blanquear su imagen con patrocinios deportivos como el tuyo

Decía mi padre, en uno de sus arrebatos dialécticos, que ser rico le daba mucha pereza, que él no era rico porque no quería y ... que por dignidad y salud prefería la pobreza. Me vienen a la memoria aquellas cavilaciones paternas sobre la riqueza a propósito de la noticia del nombramiento de 'nuestro' Rafa Nadal como embajador de la Federación de Tenis de Arabia Saudita. Cuando escuché la noticia, el viejo grito arraigado en mi conciencia de '¡Vamos, Rafa!' se trasmutó en un triste y desgarrador '¡Bah, Rafa!', la expresión quejumbrosa y afligida del '¡Hostia, Rafa, no me jodas!'. Y entonces pensé en mi padre cuando me decía que los ricos, por el simple hecho de serlo, se vuelven insaciables y codiciosos y que 'dinero llama a dinero' y que 'hombre adinerado, su juicio aprobado, aunque sea disparatado', y un montón de sentencias más, pues en refranes y proverbios sí que era rico mi padre.

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En los últimos tiempos las diligencias puestas en marcha a base de muchos dineros por los jeques árabes para el blanqueo de sus tiranías han sido numerosas y célebres. Bien se anuncian, por ejemplo, los Emiratos Árabes en las blancas camisetas del Real Madrid, como antes se anunció la monarquía absoluta de Qatar en las del Barcelona. Jugadores como Ronaldo, Benzemá, Neymar, Cazorla, Laporte, son sólo algunos de una larga nómina ya iniciada hace años por Guardiola, Raúl, Xavi y muchos más. También otros deportes han contado con su estrella para el blanqueo, es el caso del golfista Jon Rahm que aceptó una oferta astronómica de Arabia Saudita. Y podríamos hablar de la corrupta designación de Qatar como sede del mundial de fútbol o de la triste y rastrera decisión de nuestra federación de prestarse al ignominioso blanqueo llevando al territorio de los tiranos la Supercopa de España.

¿Por qué entonces nos ha sorprendido la noticia de la contratación de Rafa Nadal? Creo que por la idílica imagen que todos teníamos de 'nuestro deportista por excelencia' y, sobre todo, por sus declaraciones: «Mires donde mires, en Arabia Saudí puedes ver crecimiento y progreso, y me emociona formar parte de ello». Estas palabras encendieron las alarmas de mi 'pobre' cerebro. No el hecho de que el 'admirado' Rafa se convirtiera en embajador de una cultura empapada de fanatismo religioso y odio moral, una cultura opresiva e intransigente que castiga con cárcel, tortura o muerte conductas que en nuestro mundo son aceptadas plenamente. No, no fue eso. Las operaciones de blanqueo son tantas que ya no sorprenden. Fueron sus palabras, ese «mires donde mires…». Querido Rafa, a poco que mires, verás un incumplimiento persistente y manifiesto de los derechos humanos. ¡Bah, Rafa!, si miras hacia las cárceles verás a jóvenes (incluso niños) esperando la ejecución de sus condenas a muerte por participar en manifestaciones contra el Gobierno. ¡Bah, Rafa!, si miraras un poco más allá del brillo de los millones verías crecimiento, sí, pero el crecimiento de una dictadura en la que se han aniquilado todas las instituciones, donde los arrestados no tienen ni el derecho de saber por qué fueron detenidos, donde muchos trabajadores extranjeros son esclavizados y carecen de derechos laborales, donde las mujeres son tratadas como menores de edad y obligadas al ostracismo, donde los homosexuales son encarcelados como criminales, donde están prohibidos los grupos independientes.

No, Rafa, no has mirado bien, porque si lo hubieras hecho habrías visto a profesores acusados de terrorismo por publicar una crítica política o verías la matanza indiscriminada de etíopes en la frontera con Yemen. ¡Bah, Rafa! ¿Nadie te habló de los cientos de decapitados en las últimas décadas por ejercer una tímida libertad de expresión? Si miraras bien entenderías que el dinero que a ti te van a pagar forma parte de una partida de 6.300 millones (ahí sí que hay crecimiento) que desde 2021 destina la monarquía saudita a blanquear su imagen con patrocinios deportivos como el tuyo.

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Querido Rafa, con tu imagen y con tu dinero y con tus ambiciones puedes hacer lo que quieras. ¡Faltaría más! Pero no intentes justificar a quienes ahora representas con manifestaciones injustas e impropias de una persona inteligente y sensata como tú. Porque tú eres diferente, Rafa, o eso queríamos pensar, tú simbolizas para nosotros muchas cosas nobles y dignas. Sí, ya sé que todo Occidente blanquea al tirano Mohamed bin Salmán comprándole petróleo y olvidando sus tropelías, pero ¡bah, Rafa!, quería pensar que tú eras diferente. Además, Rafa, como decía mi padre, la riqueza da mucha pereza, y la riqueza a toda costa, además, puede provocar, incluso, fiebre mental. Me gustaría que solicitaras el 'ojo de halcón' y volvieras a ejecutar el saque.

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