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LIBROS DE SIEMPRE JAMÁS

Malos tiempos de la mar

Viernes, 3 de mayo 2024, 02:00

José Ignacio de Aldecoa (1925 – 1969) perteneció a la generación de los años cincuenta, que practicó la narrativa realista. Estudió en Salamanca donde coincidió con ... Carmen Martín Gaite. Posteriormente, en Madrid, participaría en las tertulias literarias del Café Gijón con escritores como Rafael Sánchez Ferlosio, Jesús Fernández Santos, Alfonso Sastre o Josefina Rodríguez, con quien se casaría en 1952. Murió de un infarto fulminante a los 44 años. 'Gran Sol' es una de sus cuatro novelas y está dedicada a los hombres de la mar que dejan a sus familias durante meses para embarcarse en busca del sustento en sacrificadas aventuras de pesca por los mares del mundo. Calificado en una entrevista de pesimista, Ignacio Aldecoa respondía: «Yo escribo de lo que tengo cerca, que es más bien triste». 'Gran Sol' narra los duros trabajos de los marineros de un barco bacaladero y las escabrosas relaciones entre ellos, sus temores, sus dolores, sus decepciones, sus esperanzas. Las novelas de Aldecoa no pueden incluirse dentro del llamado realismo social, tan propio de aquella generación. Él narraba lo que veía, lo que tenía cerca, lo que sus ojos podían observar, sin segundas intenciones, con el único propósito de darlo a conocer, sin demagogias ni mensajes políticos ocultos, porque él no creía que España tuviera un solo color, sino muchos colores, muchas culturas, muchas formas de vivir, de sufrir y de pensar. Con un estilo tan sobrio como impecable Aldecoa construye esta novela singular basándose en una experiencia propia, pues él mismo se había embarcado como marinero en los barcos que navegaban en busca de pesca hacia el Gran Sol, un caladero situado en el Atlántico Norte, al oeste de las islas británicas, frecuentado por pescadores españoles y portugueses. Las escenas de la novela se desarrollan casi íntegramente dentro del bacaladero Aril. No necesita mucho Aldecoa para mostrarnos magistralmente la psicología de cada uno de los personajes. Con abundancia de diálogos y un lenguaje directo y descarnado el autor mantiene un dramatismo sostenido y tenso durante toda la narración que recibimos salpicada de términos marineros. Dura vida la de unos hombres que sufren en la mar, pero a quienes la tierra arde bajo los pies, y que alimentan el sueño de que sus hijos no necesiten la mar para vivir y de que sus hijas consigan trabajo como modistas o peluqueras y no se casen con pescadores de altura. Aldecoa capta el duende de la inquietud del hombre, el duende que aprieta y desgasta el corazón del marinero, el duende que habita en el carrusel de la rosa de los vientos. Algunos personajes nos resultarán inolvidables, como el viejo y golfo cocinero Macario, ridículo y valiente, ladrón y honrado. O como el patrón Simón Orozco, de dramático final, que sufría la melancolía del paisaje fijo, de al mar vacía y del timón sin brillo.

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