Vayamos por partes. El término tonto hace referencia a una persona escasa de entendimiento o de razón; cooperador necesario es quien con una acción o ... contribución especial, permite la ejecución de un delito aunque no sea su autor; cómplice es la persona que coopera en la comisión de un delito mediante actos anteriores o simultáneos a su ejecución, pero sin ser el autor directo. ¿Sánchez es tonto, cooperador necesario o cómplice de los presuntos delitos que se les imputan a Koldo, Ábalos, Cerdán, David y Begoña? Dejo a los queridos lectores elegir la opción u opciones que más se ajusten a la percepción que cada uno tenga de esta triste, penosa y desesperante realidad.
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Por si ayuda en la elección, hago las siguientes reflexiones. ¿El cuarto pasajero del Peugeot no se enteró de nada? ¿Cientos de horas compartiendo habitáculo, hoteles, desayunos, comidas y cenas y el cuarto pasajero no se enteró de los hábitos y costumbres de sus compañeros de correrías? ¿Alguien se puede creer que Ábalos durante estos periplos practicó la abstinencia total? ¿No satisfizo sus patentes necesidades desahogativas? ¿Estuvo mudo? ¿El cuarto pasajero no fue capaz de detectar la verdadera personalidad del resto de la banda del Peugeot? En relación a su esposa ¿alguien puede creer que no hablaron del rescate de Air Europa? ¿Se la 'compensó' con un millón de euros como premio por interceder en ese rescate, como manifestó Koldo en la entrevista concedida a 'OK Diario'?¿Tampoco hablaron de la cátedra y de sus patrocinadores?
Respecto a su hermano, es contrario a toda lógica que 'aforeitor' –calificativo con el que se conoce al insulso candidato a la Junta de Extremadura Ángel Gallardo– no le hubiera comunicado a Sánchez que había creado una plaza a la medida para su hermano David. Para colmo, Sánchez reveló a Ábalos, según propia confesión de este, que se estaba investigando a Koldo, con lo cual pudieron ambos poner a resguardo pruebas y dinero. ¿Delito de revelación de secretos a sumar a los cometidos por el ex Fiscal General?
Y en toda este estela de acontecimientos, una pregunta recurrente golpea mi mente: ¿Dónde esta el Defensor del Pueblo? No es una pregunta baladí. ¿No estamos ante supuestos de mala administración? ¿No estamos ante casos flagrantes de violación de derechos fundamentales? Lamentablemente la explicación a esta inacción ya tuve ocasión de abordarla en el libro que escribí en su día con ocasión de la ley reguladora del Procurador General, figura homónima a nivel autonómico del Defensor del Pueblo. Decía en aquella ocasión que en quien ocupara el cargo de Procurador General deberían concurrir perfiles que lo pusieran a reguardo de la dialéctica partidista. Reclutado antes de la sociedad que de los aparatos del poder público. Y mejor en el tramo final de una actividad profesional orientada hacia los ciudadanos y culminada con el honor de ser erigido en su más cualificado valedor. Pero no es así. A mayor abundamiento aparecen en escena, los presuntos babosos, obscenos y acosadores de apellidos Salazar y Navarro. ¿Dónde quedó aquello de «soy feminista porque soy socialista»? Para rematar, Sánchez arrastrándose como un gusano ante el prófugo.
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Fariseos, hipócritas y farsantes. Huele a podrido. Urge echarlos.
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