El invierno se acerca

No sé cuánto tiempo pretenden nuestros amados líderes continuar con la matraca del final de una era, pero deberían medir y cuidar más sus discursos, porque una cosa es avisar y mantener informada a la población, y otra bien distinta causar terror

Viernes, 23 de septiembre 2022, 01:10

El invierno se acerca y con él, dicen, el 'armagedón'. No sé si saben que esto, lo del 'armagedón' es un término en el que ... la gran mayoría de fes creen. Para casi todos simboliza la última batalla, la última oportunidad de redención en lo que sería el final de los tiempos. La última cruzada entre las fuerzas del bien y del mal. Un choque en el que si gana el bien (que es lo que todo el mundo espera, claro) se exterminaría a los falsos profetas por completo y el mundo quedaría liberado de toda maldad, injusticia corrupción e incluso odio. Nacería así un mundo nuevo en el que reinaría la paz, y los justos ascenderían a los cielos. Para que nos entendamos, piensen en la batalla final de 'El señor de los anillos' frente a las Puertas Negras de Mordor.

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Esto es, en líneas generales y explicado de una forma somera, el 'armagedón'. Lo que todos llamamos y conocemos como apocalipsis, aunque estrictamente hablando el 'armagedón' solo sea una parte de él -para algunos incluso es un lugar físico real- porque el apocalipsis es mucho más. Antes y después ocurren cosas. Lo de los jinetes, las copas derramadas de la ira de Dios, los justos, los cielos, el infierno... Por cierto, si no han leído el libro del Apocalipsis, de la Biblia, háganlo. Se van a sorprender. Es una historia realmente fascinante. La ira de Dios, sangre que llega hasta la boca de los caballos, una lucha entre Jesucristo y el Diablo, terremotos, abismos, ejércitos de ángeles contra naciones engañadas por falsos profetas... Muy interesante.

En general, creamos o no creamos y sea cual sea nuestra fe, empleamos esta palabra, 'armagedón', para referirnos a lo que entendemos como el apocalipsis y no solo a un trocito de él. Para el común de los mortales no versado en asuntos religiosos, es el final. La aniquilación. La destrucción de lo conocido. El exterminio. El punto y final de todo. Por eso, por cierto, en 1998 el director de cine Michael Bay llamó así a una de sus películas más taquillera. Ya saben, esa en la que un meteorito iba a destruir la Tierra y Bruce Willis nos salva. Qué falta nos hace tener ahora mismo un Bruce Willis de verdad. A la crítica, la película no le gustó demasiado; pero al público, sí.

¿Y por qué les hablo de todo esto? Porque no sé ustedes, pero yo no estoy preparada ni para el apocalipsis al completo ni para una de sus batallas. Todavía no y, claro, últimamente no hago más que oír hablar del final de los tiempos. Viene un invierno que lo anuncian como si lo que realmente se acercara fuera el ejército de la noche para sumir la tierra, todas las tierras, en la más absoluta oscuridad. En ese caso, ya no necesitamos a Bruce Willis, sino a la familia Stark.

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Nos informan -llevan todo el verano con el asunto- de que poco menos que eso es lo que nos va a ocurrir (el ejército de la noche o el 'armagedón', podemos elegir) y después se preguntan espantados por qué aumentan los delitos, los suicidios, la tristeza, el desconsuelo o la violencia. No creo que haya que ser muy listo para entender que todas estas variables están relacionadas. Y no sé cuánto tiempo pretenden nuestros amados líderes continuar con la matraca del final de una era, pero deberían medir y cuidar más sus discursos porque una cosa es avisar y mantener informada a la población y otra bien distinta causar terror. Un terror, que, todo sea dicho, sirve mucho y muy bien para tener nuestra mente ocupada solo en el miedo, olvidándonos de lo que significa de verdad vivir, mientras otros no solo no lo olvidan, sino que lo multiplican.

El invierno vendrá, sí, y será difícil, mucho, pero ¿saben una cosa? Cuando pase, cuando llegue de nuevo la primavera, si seguimos así (voy a continuar con el símil cinematográfico) entonces será cuando nos demos cuenta de que muchos de los que se declaran nuestros salvadores, en realidad tenían dragones y han quemado nuestras ciudades.

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