No sé si se lo debemos a la Virgen de Covadonga o a San Mateo, pero que todavía no hayamos tenido una desgracia a la ... salida del partido es lo más parecido a un milagro. Porque si ya en un fin de semana normal es un riesgo la aglomeración de gente que se produce en la salida por el campo del Astur, con las vallas de los conciertos de San Mateo las probabilidades se multiplican debido al embotellamiento que se produce. En caso de que, por el motivo que sea, tengan que entrar los servicios médicos o haya que desalojar la zona, el tiempo de respuesta será mucho mayor y la estampida que podría causar el pánico tendría unas consecuencias fatales.
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Desconozco el tiempo que se necesita para montar una estructura de esas características y entiendo que las autoridades han comprobado que no compromete el plan de evacuación del Carlos Tartiere los días que juega el Real Oviedo, pero quizás haya llegado el momento de trasladar los conciertos a otro lugar de la ciudad donde no se ponga en riesgo la integridad de miles de personas. Porque, de momento, no se han anunciado ningún tipo de obras para mejorar los accesos al campo. Aunque supongo que es algo que no coge a nadie por sorpresa. El ciclo de vida de las promesas electorales es directamente proporcional a la duración de la campaña.
Por suerte para todos los oviedistas, lo que sucedió dentro del estadio estuvo a la altura de jugar en la élite. Podría escribir sobre el gran rendimiento de Rahim, Costas, Escandell o Viñas, pero el jugador que marcó la diferencia, una vez más, fue Hassan. No hay nadie en toda la plantilla con un perfil similar y todo lo que pasa por sus pies termina siendo peligro. Desconozco el valor de la cláusula, pero seguramente sea bajo y, aunque la prioridad en las últimas horas del mercado sea fichar un delantero de garantías, una vez se cierre debería de empezar a trabajarse en asegurar que, quien quiera llevárselo, tenga que pagar un precio acorde a su altísimo rendimiento.
Hemos sumado tres puntos que a final de la temporada pueden valer su peso en oro. Tenemos que hacer que, entre todos, cada equipo que pise el Carlos Tartiere tenga la sensación de visitar un infierno del que les costará sudor y sangre salir vivos. Hemos vuelto para quedarnos, y no hay nada más peligroso que una legión de hombres honrados con un único objetivo.
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