Como es habitual cuando se intenta hacer un análisis de lo que ha dado de sí la última semana para un territorio, Asturias-Avilés en ... este caso, nos debatimos entre las sombras y las luces, con decisiones políticas cuestionables que apagan las oportunidades de sus empresas, frente a acontecimientos cuturales y sociales como el Celsius que irradia talento, cultura y una visión de ciudad abierta al mundo. Es, como siempre, la cara y la cruz que merece la pena contarse sin ambages. Nada nuevo, simplemente oportunidades para tratar de mejorar lo que tenemos y en otros casos para valorarlo adecuadamente.
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El Congreso de los Diputados tumbó el martes el conocido como 'decreto antiapagones' presentado por el Gobierno y que fue rechazado con los votos en contra del PP, Junts y Podemos –hablando de 'apagones', es mejor no hablar de otros grupos anti todo, hasta el sentido común–, un decreto al que habían mostrado su apoyo, inusual por otra parte, compañías, organizaciones empresariales, renovables, oenegés ecologistas como Greenpeace... al coincidir en que sus objetivos van en la buena línea de la descarbonización cada vez más urgente –hay algunos que no ven ni los telediarios para constatar lo que le está pasando a este planeta y sus urgencias– y de seguir ayudando a las grandes empresas electrointensivas.
Los tres partidos citados, PP, Junts y Podemos, votaron en contra simplemente por estrategia electoral, de puro desgaste del Gobierno de Pedro Sánchez, al margen totalmente del interés del país. Nada nuevo, eso del cálculo electoral lo han utilizado todos los partidos, incluido el que sostiene mayoritariamente al Gobierno actual, lo que abunda en la idea de la distancia cada vez mayor entre la política y la ciudadanía.
Las grandes empresas eléctricas hablaron como respuesta del riesgo de perder doscientos mil millones de euros en inversiones. Son poco fiables por sus antecedentes. Sus proclamas para oponerse al impuesto eléctrico del Gobierno ya hablaban en su día de desviar inversiones fuera de España, como han repetido ahora. Y en los últimos tiempos, esas mismas eléctricas siguen sin querer aportar las causas y los protagonistas del apagón eléctrico del mes de abril, simplemente porque tienen un compromiso de confidencialidad. En resumen, su interés es el de su negocio, cuenta de resultados y pago de dividendos a los accionistas. Nada nuevo.
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Vayamos a lo importante, que es lo que afecta directamente a Asturias y a Avilés, como la ciudad más industrial de la región. El 'decreto antiapagones' contemplaba una exención del 80 por ciento en los peajes eléctricos para las industrias electrointensivas, que en Asturias son unas cuantas. Se hablaba de un partida de 250 millones de euros, con carácter retroactivo desde el 23 de enero pasado.
En el caso de Avilés y comarca, incluso su área de influencia hacia el Occidente, estamos hablando de empresas concretas como Asturiana de Zinc, AcelorMittal, Chemastur o Ence. ¿Qué le decimos ahora a Asturiana de Zinc, que tras invertir más de 100 millones de euros en la modernización de sus líneas ha tenido que renunciar a aumentar su producción por problemas con la energía eléctrica? ¿Qué le vamos a exigir a ArcelorMittal cuando le pedimos no solo el horno eléctrico, ya en marcha, de Gijón, sino otro igual para Avilés, olvidándonos ya del DRI?
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¿Las proclamas antiguas y persistentes del PP y de Podemos en Asturias sobre la falta de apoyo a las empresas electrointensivas de Asturias en qué se quedan ahora? Cuando el presidente del PP de Asturias, Álvaro Queipo, viene una vez más a Avilés para no hablar de Avilés –seguimos a la espera de su programa, hasta ahora oculto–, sino de Barbón, que es su obsesión política –no habla de otra cosa cada día–, ¿nos podría decir por qué los diputados asturianos en el Congreso de su formación votaron en contra de ese decreto que beneficiaba expresamente a las grandes empresas de Avilés y de Asturias? ¿No es eso lo que él pide a los diputados de otras formaciones en otros asuntos?
El señor Queipo, en este caso en concreto, como su partido y el de Podemos en el Congreso con el decreto comentado, con miles de puestos de trabajo cada día más en el aire, lo único que hace con su no-discurso es ayudar a la desconfianza institucional, la polarización social, la abstención electoral y abrir el espacio para el populismo. Desgraciadamente asistimos en el mundo en general a la geopolítica del cinismo, en la que sus líderes juegan al ajedrez sobre un tablero en el que cada vez hay más peones fáciles de sacrificar. Y así nos va.
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Celsius, otro mundo
Sus nombres son Jorge Iván Argiz, Diego García y Cristina Macía. Son los creadores-organizadores del Celsius. Se merecen un homenaje, una distinción, algo que sirva para reconocerles que hayan sido capaces de convertir Avilés durante unos días en un universo vibrante, un festival que va mucho más allá de la literatura fantástica y que atraiga a autores como Brandon Sanderson, por citar sólo a uno, que encuentra en esta ciudad algo que dice no haber sentido en ninguna otra parte del mundo.
De todas las imágenes sobresalientes de esta edición del Celsius, y ya van catorce, uno se queda con esa riada de jóvenes que han ocupado las calles de forma ejemplar y permanente, unidos por una literatura fantástica en donde encuentran un espacio para entenderse mejor y formar parte de una comunidad. Impagable este Celsius para esa juventud y para la cultura y la promoción de Avilés.
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