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Antigua señal de prohibición de autocaravanas en la playa de Xagó, hoy sin efecto. E. C.

Nos pilla el toro

En pleno agosto se anuncia un plan de choque para ordenar el turismo en Asturias años después de su despegue

Domingo, 18 de agosto 2024, 02:00

Vivimos en una sociedad en la que todo se exige para mañana, incluso a veces «para ayer», unido a ese cortoplacismo de una clase política ... que cada día se muestra más incapaz de pensar más allá de los procesos electorales cada cuatro años. Este país se ha convertido en la locomotora económica de Europa, según dicen los datos oficiales de la propia UE, gracias a que el turismo aporta el 12,8 por ciento del PIB, lo que equivale a 186.596 millones de euros (datos oficiales de 2023) y la creación ese mismo año de 95.224 puestos de trabajo. Hasta el mes de julio de este año, 42,55 millones de turistas internacionales visitaron España (el año pasado, 85 millones). Finalmente, el sector servicios en su conjunto supone el 67 por ciento del PIB nacional.

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Si trasladamos esa referencia al Principado de Asturias, vemos que el año pasado hubo 2,7 millones de visitantes y 6,6 millones de pernoctaciones, lo que significó un incremento del 13,7 y 9,5 por ciento respectivamente. Los datos son claves para evidenciar no sólo la importancia de los mismos en el aspecto económico, sino para constatar que el turismo es imparable, y lo está siendo y lo va a seguir siendo en todo el Cantábrico, gracias, entre otras muchas virtudes, a un clima que está actuando de 'refugio' ante las altas temperaturas en el resto del país y fuera.

¿A alguien le ha pillado de sorpresa el 'lleno' de hoy en Asturias? Supongo que a nadie. Llevamos años en que la tendencia es claramente ascendente, los mismos en los que se viene denunciando sobre todo por las poblaciones costeras la necesidad de tomar medidas para acondicionar y mejorar todas esas cuestiones que deben conformar una oferta turística de categoría. Los ayuntamientos de esas poblaciones llevan años denunciando que sus presupuestos no alcanzan para cubrir los servicios y las necesidades que provocan una afluencia masiva de visitantes. Ahí siguen con sus problemas, pero ahora aumentados.

En la comunidad autónoma en donde se presume de tener la costa mejor preservada al menos del Cantábrico, resulta que sigue siendo noticia que la playa de Ribadesella –la población en la que seguramente más ha crecido el turismo en los últimos años– haya estado cerrada por agua insalubre; que en Gijón se anuncie ahora el inicio de las obras de un proyecto para atajar los problemas de salubridad del Piles que afectan en ocasiones a la playa de San Lorenzo; que pese a los millones gastados durante años en el saneamiento de la ría de Avilés, haya días en que pasar por la senda peatonal es un calvario por los malos olores –¿quién los provoca ahora con las baterías de cok cerradas?– o comprobar que en el cauce alto hay vertidos de «no se sabe qué», por no hablar del culebrón de la estación depuradora de Maqua con una inversión multimillonaria que ahora hay que repetir más o menos tras los errores cometidos con la anterior, todavía activa y con más olores insoportables. Que el espectáculo que se está viviendo este verano, y más en los últimos fines de semana, en playas como la de Xagó son impropios de una región europea, moderna, al margen del riesgo que supondría cualquier incidente serio en un espacio que está absolutamente asaltado por furgonetas, autocaravanas y coches, invadiéndolo absolutamente todo, con una sola salida angosta, llena de baches, con una carretera de acceso 'remendada' cada poco y hasta peligrosa en algunos tramos. Lo mismo se podría decir de Verdicio. O de la playa de Aguilar, en Muros de Nalón, en donde su alcalde acaba de anunciar esta semana el cierre nocturno del aparcamiento (una de las pocas obras destacadas desde hace años) por el uso de las duchas del arenal para fregar platos o bañar a los perros, lo que también nos lleva a otro problema añadido serio: el del comportamiento incívico de mucha gente. Muy español: «donde pago, cago». Y eso no hay «fondosgenereison» que lo arregle.

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Y ahora venimos, ¡a mitad del mes de agosto de 2024! y nos dicen que se va a presentar un plan de choque para ordenar el turismo y nuestras costas. Y montaremos otro observatorio de notables para que nos guíen. Y abrimos otro debate con la tasa turística. Y poco a poco nos creemos que somos las Baleares o Barcelona y empieza el runrún de que el turismo en Asturias empieza a ser un problema por la masificación. Y cargamos las tintas contra plataformas como Airbnb –sigamos poniendo puertas al campo–, en vez de vigilar los abusos de alquileres sospechosos fuera del sistema, sin enterarse de que la influencia de esas plataformas será cada vez mayor por una razón simple: el turista es el que decide cuánto se va a gastar y de qué forma. Por cierto, hay ya un dato irrefutable, que es el de una mayor afluencia de visitantes –nadie quiere renunciar a las vacaciones fuera de casa– y un menor gasto: menús del día compartidos si les dejan, cenas que han desaparecido de los restaurantes, más comidas en las habitaciones de los hoteles...

No hacen falta muchos observatorios para saber de primera mano lo que sucede a nuestro alrededor. La patronal Otea, la misma que durante diez años se negó a firmar el convenio del sector, nos dice ahora, en vez de hablar de formación profesional, de dignificar el oficio de camarero, de compensar económicamente una profesión muy dura (¿no hay plus de penosidad en un trabajo de ocho-diez horas diarias de pie?), de acabar con 'jornadas trampa', de suprimir los pagos en 'b', de regularizar las 'peonadas' de bodas y banquetes de fin de semana..., antes de todo eso, nos dice la presidencia de Otea que el problema lo tenemos en que en Asturias hay muchos festivales, muchas romerías, muchas verbenas, y encima con unos horarios desorbitados.

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Nadie dice que sea fácil gestionar un sector en auge como es el del turismo y el de los servicios. El problema es que en esta región, según mi opinión, no somos capaces de ver más allá de un metro y medio de nuestras narices. No existe una visión holística de las cuestiones que conforman nuestra realidad en tantas materias. Y el del turismo, el de nuestras costas, el del 'Asturias paraíso natural' es uno de ellos, cada vez con una mayor trascendencia para nuestro futuro.

No hemos aprendido de los errores que vamos cometiendo. Un solo ejemplo. La Variante de Pajares, obra cumbre para la llegada de la alta velocidad a nuestra región y clave en el incremento del turismo, fue presentada por el ministro Francisco Álvarez-Cascos en 2001. Veintidós años después se abrió por fin la Variante y resulta que en todo este tiempo nadie «se acordó» de acondicionar la estaciones, ni la de Oviedo, ni la de Gijón ni la de Avilés. Es más, en el tramo ferroviario de Avilés más cercano a la ciudad se puede rodar hoy una película sobre una selva tropical o la suciedad. ¿En veintidós años nadie fue capaz de hacer un estudio sobre las necesidades de modernizar esas estaciones? ¿Nadie en ese tiempo viajó a León para ver cómo resolvieron allí un equipamiento a la altura de las exigencias del AVE?

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El comercio online

Por seguir más o menos por la misma senda. Internet 'nació' en 1969. Y Amazon fue creada en 1994. Hemos tenido veinte años para interiorizar que el mundo del comercio tradicional iba a sufrir una revolución nunca vista. Ocho-nueve de cada diez usuarios de internet han realizado alguna compra online. Dato final de 2023: 85.000 millones de euros gastados en España en comercio electrónico. Los que más gastan, los millennials (nacidos entre 1980 y 1994), con la generación Z al acecho. Y otro dato más: una de cada tres compras online en España se hacen ya en tres plataformas chinas: Alibaba, Shein y Temu. Mientras tanto, seguimos pidiendo ayudas y subvenciones porque la gente «no entra en el comercio» y provoca el cierre de muchos de ellos.

Mientras sigamos abonados a esa falta de previsión, de lucidez para adelantarse a las situaciones, seguiremos expuestos a que nos pille el toro. ¿O nos ha pillado ya?

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