Laicismo y cortesía

GALERÍA DEL NÁUFRAGO ·

Ramón Avello

Gijón

Sábado, 17 de abril 2021, 02:29

En un sentido general, salvo los que tomaron órdenes religiosas, es decir curas y monjes, todos somos laicos. Recuerdo que Francisco Carantoña apodaba con gracia ... al alcalde de Oviedo 'Don Gabino el laico', para diferenciarlo de Don Gabino el arzobispo. Tan laica es la mujer de misa y comunión diaria, como la alcaldesa de Gijón, quien no parece que pise mucho a las iglesias. Uno de los ritos de mayor arraigo y tradición en nuestra villa es la bendición de las aguas, que se celebra el día de San Pedro, patrón desde la Edad Media de la villa. Pues bien, salvo el párroco Javier Gómez Cuesta y algún otro oficiante con órdenes, tan laicos son los que acompañan la bendición como los que, desde una separación prudente, se manifiestan contra ella por invadir el espacio público.

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Creo que la mayoría de los ciudadanos, incluyendo, por supuesto, a los cristianos, deseamos un Estado 'independiente' de cualquier organización o confesión religiosa, llámese Estado aconfesional o laico. Solo los regímenes totalitarios, como fue el franquismo, defienden resabios teocráticos o, al contrario, persiguen y tratan de borrar la religión, como pasó en la Unión Soviética. El laicismo no es antirreligioso, sino opuesto a la manipulación religiosa de las instituciones públicas. Por eso, un laicismo que se presenta como militancia atea enfrentada a la Iglesia, y que desprecia las creencias y las personas que las practican, es, en mi opinión, un falso y perverso laicismo.

En los tiempos de la Transición, cuando desde todos los organismos oficiales se retiraron, con toda la razón por parte de un Estado aconfesional como es España, los símbolos religiosos, el alcalde de Madrid, Enrique Tierno Galbán, se negó a quitar el crucifijo de su despacho. «Cristo, dijo más o menos el Viejo Profesor, simboliza la persona que dio su vida por defender una causa noble». Y solo los muy fanatizados podrían acusar a Tierno de nacionalcatolicismo por mantener un símbolo en su despacho del Ayuntamiento.

La alcaldesa de Gijón, empeñada con Aurelio Martín en sacar una ordenanza de laicidad para Gijón como la de la localidad madrileña de Rivas- Vaciamadrid, pregunta a la ciudadanía sobre cómo deben ser las relaciones entre el Ayuntamiento y las diferentes religiones y cómo se deben regular los espacios públicos para garantizar la neutralidad religiosa. La respuesta es muy sencilla, con absoluto respeto, y con una bien intencionada cortesía.

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