Los Jardines de la Reina acaban de celebrar sus 125 años y lo han hecho de una manera deslucida, pobre, sin presencia institucional y a ... oscuras. El espacio creado en el año 1900 para homenajear a la reina regente María Cristina ('me quiere gobernar') no luce la mejor de sus caras y, a buen seguro, sería toda una vergüenza para el jardinero mayor Pedro Múgica, que hace un siglo y cuarto dejó allí su impronta con uno de sus primeros trabajos de orfebrería verde en Gijón.
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Esta zona de paseo marítimo, que pertenece a la Autoridad Portuaria gijonesa y que es una de las principales imágenes turísticas, plasmada en cientos y cientos de 'selfies', postales y vídeos de 'instagrames' y 'tiktokers', deja mucho que desear. De día, pueden verse al detalle sus raquíticas palmeras casi sin follaje o sus baldosas ennegrecidas y rotas, al igual que en buena parte del Muelle, pero de noche, adentrarse por su interior da algo de miedo. Las farolas, que las hay, apenas iluminan y está todo en penumbras. Hasta da reparo cruzar por el paso de peatones que hay delante de las mismísimas 'Letronas', punto turístico por excelencia, y es difícil atinar por el carril correcto para circular por la senda ciclista que luce totalmente a oscuras.
La Autoridad Portuaria, que tan preocupada está por impulsar la relación Puerto-Ciudad, podría mirar un poco para el Muelle y los Jardines de la Reina ahora que ya resolvió lo de la franja de Naval Azul. 125 años lo merecen.
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