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Calendario de dramas y esperanzas

La fecha del calendario es una pura constatación de que no hay días en los que todo hayan de ser celebraciones o jornadas sin esperanza. Hay de todo. Y saberlo es cultura, aunque el género humano no extraiga las lecciones suficientes para no repetir sus errores

Domingo, 29 de octubre 2023, 01:13

En momentos tan dramáticos como los que estamos viviendo, para nuestra suerte, desde esta confortable -aunque no para todos- comunidad asturiana debemos mirar hacia atrás, ... poco o mucho, y comprobar que, pese a mensajes apocalípticos, raro es el día del año en que no pueden rememorarse acontecimientos profundamente contradictorios. Y guerras, muchas guerras, la mayoría irracionales o debidas a ambiciones y megalomanías de tiranos que arrastran a la muerte y a la desolación a pueblos enteros. El drama es que, aunque hemos evolucionado desde las cavernas naturales a la inteligencia artificial, muchas veces el avance científico y técnico también ha servido para sofisticar la perversidad de la humanidad. Es bien conocido este uso devastador de los descubrimientos, como tópicamente se recuerda a propósito de las armas nucleares o los drones letales.

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Muchas veces, en este diario, traigo a colación la fecha del calendario en la que nos encontramos. No es una manía ni una obsesión. Es una pura constatación de que no hay días en los que todo hayan de ser celebraciones o jornadas sin esperanza. Hay de todo. Y saberlo es cultura, aunque el género humano no extraiga las lecciones suficientes para no repetir sus errores. Algunos, tan reiterados e interesados como la progresiva destrucción ambiental del planeta.

Hoy, 29 de octubre, no es la excepción. Y el recordatorio histórico nos ofrece algunas pinceladas que conviene no olvidar e incluso mirarlas con los ojos de 2023. Así, en momentos en que se mantiene un frágil equilibrio diplomático con Marruecos, por el que se ha incrementado la vergüenza nacional con el Sáhara, posiblemente a cambio del control de la inmigración ante las plazas de soberanía española, cabe recordar que en una fecha tan insulsa, aparentemente, como el día de hoy, aunque en 1859, España declaró la guerra a Marruecos por destruir unas fortificaciones en Ceuta y tras diversos actos de hostigamiento en esta ciudad y en Melilla. El ataque comenzó el 19 de noviembre y la reina Isabel II consiguió que emergiera un fervor patriótico en todo el territorio y, quién lo diría hoy, donde más voluntarios se alistaron para ir al frente fue en el País Vasco y en Cataluña. Me figuro que esto no saldrá en los libros de texto de dichas comunidades. Esa contienda, en lo militar, le salió bien a España, pese a la sangrienta toma de Tetuán por bisabuelos de los que hoy exigen el referéndum de autodeterminación. Los generales O'Donnell y Prim terminaron la dramática faena con la toma de Tánger. Formalmente, el conflicto finalizó con la firma del Tratado de Wad-Ras, por el que España afianzaba su soberanía sobre los territorios de Ceuta y Melilla «a perpetuidad» y también sobre las islas Chafarinas. Quién se podía imaginar que, seis décadas más tarde, otra temeraria aventura militar iba a desembocar en el Desastre de Annual que, a su vez, propiciaría la Dictadura de Primo de Rivera y la puntilla a la longeva Constitución de la Restauración.

De aquella guerra ganada por España -casi siempre escaldada en sus batallas y escaramuzas con el vecino del sur-, siempre se recuerda que los cañones capturados a los marroquíes en la última ofensiva fueron fundidos y con el metal se modelaron los leones del Congreso de los Diputados. Espero que no nos los reclamen.

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Un suceso, indirectamente determinante de la II Guerra Mundial, se produjo el 29 de octubre de 1922, cuando, en Italia, Víctor Manuel III confió el poder a Benito Mussolini. Algo que, a la postre, supondría el finiquito de la propia monarquía de los Saboya, pese al amor del pueblo por el abuelo del rey. Y otra guerra estalló en el mismo día de 1956, tan cerca de la actual masacre de Oriente Próximo; la conocida como del Sinaí, desencadenada -fundamentalmente- por la nacionalización del Canal de Suez por el presidente egipcio Nasser.

Vuelvo a Marruecos, donde aún no se ha superado la catástrofe del terremoto de Marrakech, de hace mes y medio, para recordar otro seísmo brutal que sacudió Turquía hace hoy 40 años. No se me han borrado las imágenes y, según leo, dejó 1.330 muertos.

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Pero en todas las tragedias hay personas heroicas y organizaciones beneméritas que escenifican la lucha del bien y el mal. Por eso no debe olvidarse que hoy cumple 160 años el Comité Internacional de la Cruz Roja.

En fin, para quitar hierro al relato, dado que acaba de estar Felipe González en Avilés, procede, en medio de las polémicas por sus declaraciones de los últimos años, cantarle el 'Cumpleaños feliz' por las terceras elecciones que ganó el 29 de octubre de 1989.

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