Líderes en gasto social

La distribución del gasto social es desigual entre las regiones en función de sus características y, también, fruto de decisiones políticas. Asturias lidera el gasto sanitario (1.931 euros), al ser la región con una población más envejecida. A ello se suma que en los años ochenta del pasado siglo, cuando se redimensionaron las redes sanitarias, se construyeron hospitales en las alas de la región, así como bastantes centros de salud, porque las malas comunicaciones (la única vía de doble carril era la autopista 'Y') impedían una atención sanitaria desde los equipamientos situados en el centro de la región. Cuando se transfirieron las competencias sanitarias, Asturias tenía media docena de hospitales comarcales, mientras que, por ejemplo, Castilla-La Mancha, casi ocho veces más extensa, no tenía ninguno. Mantener esa red es muy caro, con una población que ha perdido más de 90.000 habitantes desde entonces. Ocurre lo contrario en la educación. Solo Madrid y Cataluña asignan menos gasto por habitante que Asturias. La bajísima tasa de natalidad (en 2021 hubo 4.832 nacimientos) hace que hayan menguado los recursos educativos, aunque no se realizó un ajuste y todavía hay mucho equipamiento infrautilizado. Lo cierto es que con dedicar sólo el 17,2% del presupuesto del Principado a la educación, se logra cubrir todas las demandas y mantener en la zona rural abiertos colegios con cuatro alumnos matriculados, algo que no ocurre en ninguna otra comunidad autónoma. Por eso se da la circunstancia de que crece el gasto por estudiante, pero disminuye el gasto por habitante. En servicios sociales, nuestra región es la tercera en gasto 'per capita', por detrás de Navarra y La Rioja, sin embargo está en primer lugar en porcentaje presupuestario. El Principado es el que hace el mayor esfuerzo presupuestario en servicios sociales de todas las regiones. Si en el gasto sanitario es clave el envejecimiento y en el gasto educativo el acento hay que ponerlo en la caída de la natalidad, en los servicios sociales es determinante la baja población activa (la menor de España desde hace décadas), con un nivel de ocupación muy escaso. Lo que no llegue por el mercado de trabajo (sueldos) o por transferencias del Estado (las pensiones), lo tendrán que aportar las subvenciones del Principado. Como el porcentaje de envejecimiento aumenta cada año y la población activa se contrae, el gasto social crece de una forma significativa, a razón de 300 euros más cada año por habitante, el doble que la media española.

Asturias tiene un gasto social alto, apoyado en unas buenas infraestructuras sanitarias, educativas y de servicios sociales. Ese gasto es fundamental para mantener a la sociedad cohesionada, pero no podemos pretender que por esa vía se solucionen todos los problemas. Es necesaria una mayor actividad económica, con mayores niveles de empleo y valor añadido, para que no caer en la distorsión que supone tener un porcentaje alto de la población «enganchado» al presupuesto, como sucede en los países en vías de desarrollo.