Hay alguna manifestación (reunión pública de personas para la reclamación, expresión o protesta por algo relacionado con la convivencia) que no sea política? Con frecuencia ... escuchamos de boca de algunos representantes públicos la calificación como «políticas» de las protestas que contra ellos o sus decisiones se realizan, en una clara intención de desautorizar, desacreditar o desnaturalizar la manifestación, invalidando así (creen ellos) los motivos de la protesta.
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Recientemente, una presidenta autonómica, en un alarde de cinismo y perversión comunicativa, desmereció y reprobó unas legítimas y numerosas manifestaciones de trabajadores de la sanidad pública calificándolas despectivamente de «manifestaciones políticas», como si lo «político» fuera algo negativo y como si cualquier manifestación pública no fuera otra cosa que una manera de reclamar formas diferentes de organizarse. Manifestarse es expresar públicamente una idea política en contraste con la que impera o se quiere imponer. La 'política' es consustancial a nuestra circunstancia de seres sociales y entenderlo así es iniciar con buen pie el camino de la dignificación de la representación pública. Diferenciar entre las desiguales formas de hacer política es muestra de inteligencia y sensatez.
Las manifestaciones de ciudadanos que se llevan a término públicamente contra determinadas formas de gobernar, planificar los servicios públicos u organizar la convivencia son siempre 'políticas'. Y es curioso que algunos políticos utilicen como descalificativo, precisamente, aquello que a ellos los fundamenta. Claro que es 'hacer política' reclamar una mayor dotación presupuestaria para la sanidad o para la educación. Claro que es 'política' la exigencia de más contrataciones de personal sanitario o de profesores y la reclamación de un trabajo mejor remunerado y más digno, porque todo ello afecta al día a día de los ciudadanos, a su salud, a su bienestar, a sus derechos. Claro que es 'hacer política' denunciar despilfarros en inútiles construcciones megalómanas a la vez que evidenciar el abandono y las graves carencias en la atención primaria. Todo ello es muy, pero que muy 'político'.
Las manifestaciones, como las huelgas, se fundamentan en la esencia de la política. Es la política el arte, doctrina u opinión sobre el gobierno de los estados o sobre la ordenación y disposición de los asuntos que a todos los miembros de una comunidad afectan. En este sentido, pudiera haber tantas 'políticas' como personas pensantes y tan política es la disposición acordada por un político representante como la contestación social o personal que pueda producirse ante la misma.
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Política es, por ejemplo, pensar que es más útil y solidario recaudar más impuestos en el grupo de los que más tienen que retirar las ayudas a las personas dependientes. También lo es lo contrario. Política es incrementar el porcentaje del presupuesto anual dedicado a sanidad pública. También es política disminuirlo. Política es pensar que deben ser los representantes de la soberanía popular quienes dirijan los mercados y no éstos quienes dicten las políticas a seguir. También lo es lo contrario. Política es no entender la sanidad y la educación como negocios. También es política procurar la explotación mercantil de los servicios esenciales. Política es creer que la guerra contra el hambre debe ser más importante que la guerra de los misiles, pero también hay mucha política detrás de cada guerra. Y este artículo también es político, como lo sería cualquier fundado argumento en su contra. Política es que diputados y senadores conservadores se manifiesten en las escalinatas del templo de la soberanía popular para exigirle determinadas 'medidas políticas' al organismo constitucional del que ellos forman parte sustancial. Y lo es porque la política se ejerce o está presente incluso en el acto de negación de la misma política.
La presidenta referida nos tiene acostumbrados a una forma de ejercer la política que consiste en situarse fuera de ella, es decir, en elevarse por encima de las realidades como el hada madrina que extiende su varita mágica para generar sonrisas a base de insultos y felicidad a base de mentiras, bajo luces de artificio y brillos de lujosa inutilidad. Gobernar es hacer política, y manifestarse contra las decisiones gubernamentales también es hacer política. A la presidenta aludida, como a otros muchos gobernantes, no les gusta que se les tenga por 'políticos', pues sería tanto como exigirles decisiones acertadas, intenciones transparentes, reflexiones inteligentes y dedicación a la comunidad. Prefieren estrellas del espectáculo, reinas o reyes del postureo, diosas o dioses de la palabra vacía y del brillo insustancial. Y las manifestaciones son un incordio, porque ponen en evidencia las políticas nefastas para la comunidad, alertan de la pérdida de derechos y proponen otra forma de organización de la convivencia.
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