Nosotras somos cosas

Eso dicen en Afganistán los señores estos retrógrados que gobiernan allí ahora y que desde Occidente hemos dejado que suban de nuevo al poder, mientras nos miramos al ombligo y nos decimos que no pudimos hacer nada más

Las mujeres somos cosas. Eso dicen en Afganistán los señores estos retrógrados que gobiernan allí ahora, y que desde Occidente hemos dejado que suban de ... nuevo al poder. Sí, nosotros, los occidentales, mientras nos miramos el ombligo y nos decimos a nosotros mismos que no pudimos hacer nada más; que no podemos hacer nada más; que hemos perdido. Qué bien se nos da tranquilizar la conciencia, olvidar y esconder la culpa.

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Lo de gobernar, aclaro, en este caso es un eufemismo porque la palabra dictadura no se puede conjugar, no existe como verbo, así que estos individuos gobiernan.

Las mujeres somos cosas. En nuestro país, algunos también lo dicen, lo gritan y lo aplauden. Cosas. Cosas como los muebles; como una piedra; como una persiana o como una goma del pelo.

Cosas que para esos que caminan por la vida, rifle o látigo en mano, como prohombres, pero que solo son demonios cobardes y necios, significa ser nada, porque una mujer no piensa, no siente, no ama, no sufre, no sueña. Una mujer solo pare. Una mujer solo cría. Una mujer solo sirve al hombre. Una mujer no es nada. Nada. No obstante, es curioso, pero esos mismos héroes, salvadores de patrias y, según se autoproclaman, de almas, no saben hacer lo que hacen sin armas, sin castigo, sin látigos y dictaduras porque sin armas, sin castigo, sin látigos ni dictaduras, en el fondo, ellos son los que son nada. La nada más absoluta. Seres insignificantes. Pero ganaron, decimos; pero mandan, y miramos para otro lado. Algunos, como USA, incluso tuercen el gesto y observan a otros países con mirada aviesa y uno, al darse cuenta, tiembla.

Irán. ¿Vamos a volver a hacer lo mismo? ¿Vamos a cometer los mismos errores? ¿Vamos a entrar para después salir corriendo y dejar a las mujeres, siempre son mujeres, a su suerte? ¿De verdad vamos a volver a hacerlo?

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En un régimen de esclavitud, que es lo que hoy se da en Afganistán, el esclavo es una cosa y allí las mujeres son cosas. Si buscamos en el diccionario la definición de cosa, esta acepción, la correspondiente a esclavo, viene en pasado, como si fuera algo que ya no se da; algo que ya no existe, pero es y está. Existe tanto en Afganistán como en muchos otros lugares del mundo. Demasiados si nos recordamos, es bueno hacerlo de vez en cuando, que vivimos en el año 2022 y no en la Edad Media más oscura, tenebrosa y supersticiosa que una vez vivió el hombre.

Esclavos. Cosas. Mujeres. Cosas.

Cosas. Somos cosas. Nosotras. Ellos quieren que seamos cosas y que eso nos lleve a significar nada, pero, oh, lo siento, las cosas tenemos entidad corporal y espiritual, natural y concreta porque cosas también son las flores y los ríos. Cosas son los sentimientos, las pasiones, los dolores y las penas. Cosas son el amor y el odio. La guerra. Los sueños. La esperanza. Cosas son la capacidad de resistir y ellas, nosotras, resistimos porque somos deseo, aliento, anhelo, futuro, ilusión, promesa, consuelo... Cosas que son, en realidad, todo. Somos cosas. Somos todo.

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