'El pansinsal'

Pienso que la ciudadanía necesita sal. Necesita ver que un líder político tiene algo. Podemos llamarlo sal o podemos llamarlo simplemente desenvoltura. Y es que parece que Núñez Feijóo hace política sin ganas. Por obligación. Sin apetito

El pansinsal'. Así, con este apodo que en su día recibió el Papa Clemente VII -fue durante su capitulación ante Carlos I de España durante ... la segunda guerra que este mantuvo en Italia con el francés Francisco I- es como voy a llamar al líder actual del Partido Popular, a Núñez Feijóo. Porque este hombre es como un pan sin sal. Como una mañana sin sol. Un río sin agua. Una máquina de escribir sin letra 'a' o un escritor sin inspiración. Como un Romeo sin Julieta o como un Calisto sin Melibea.

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Se suele decir que alguien es un pan sin sal cuando se le considera aburrido, tedioso y monótono, y poco dado él al humor. Un tipo soso, vaya. Un tipo que, como también se suele decir, aburre hasta a los muertos.

No estoy yo muy segura de que esto fuera lo que querían en el PP tras forzar la salida de Casado. Que el muchacho, Casado, era un tanto pueril y simple, ya lo sabemos, y tendía a meter la pata de forma constante, pero lo de Núñez Feijóo creo que ha dejado descolocados a todos los suyos. Estos, al apostar por él, pensaban que tendrían a un líder fuerte, enérgico, valiente, que iba a saber estar a la altura. Un auténtico hombre de Estado. Calmado, sí, pero con arrojo (no sonrojo) y con la valentía necesaria para hacer lo que se debe hacer en beneficio del país, aun cuando tal hecho suponga no sacar beneficio propio. Pero no es eso con lo que se han topado. De hecho, lo que tienen es algo totalmente diferente. Tienen un alma en pena, pero sin pena ni purgatorio. Un poeta sin versos. Un albañil sin nada que construir. Un preso sin barrotes. Un perfume que no huele a nada.

'El pansinsal', ideal para países bajos en sodio, no convence. Ni dentro ni fuera. Así, empiezan a escucharse voces, sobre todo por Madrid, que vuelven a pedir un cambio. No creo que este se vaya a producir, la verdad. Ya no. Las elecciones están más cerca y sería poco prudente; si bien, tampoco es descartable al cien por ciento si quien se postulara para sustituirlo fuera (o es) Díaz Ayuso. Ya sabemos que la madrileña va por libre. Esta también es como una boda sin contrayentes, pero está mejor asesorada (a veces).

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No obstante, llegados a este punto, habrá quien piense que a falta de pan (con sal. Sabroso pan) buenas son tortas, pero tortas las que cada día se llevan los populares con esa manía que les ha entrado de hacerse la oposición a sí mismos en lugar de al Gobierno. A cualquier gobierno en realidad. Pequeño o grande, 'el pansinsal' está llevando a cabo una política de limpieza interna que le va a perjudicar, porque hay que saber medir no solo las lealtades, también los tiempos. Y esto, lo del tiempo, es precisamente algo que los populares y en particular Núñez Feijóo llevan mal.

Quizá si las elecciones generales hubieran estado más cercanas al momento en el que 'el pansinsal' fue elegido, este hubiera salido bien parado -al compararle con Casado y sus habilidades, y estar recientes sus promesas de hacer política de calidad-, pero, ahora, ahora no lo tengo nada claro. Ahora pienso que la ciudadanía necesita sal. Necesita ver que un líder político tiene algo. Podemos llamarlo sal o podemos llamarlo simplemente desenvoltura. Y es que parece que Núñez Feijóo hace política sin ganas. Por obligación. Sin apetito. Como el Papa Clemente VII cuando perdió. Como una copa vacía. Un pianista sin melodía. Como un cura sin feligreses. Un feligrés sin iglesia o una iglesia sin Dios.

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