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Pensamiento catastrofista y miedo

Los pueblos no legislan sensata y eficientemente cuando tienen miedo

Sábado, 17 de septiembre 2022, 01:37

El miedo vende. Más que la confianza o el sosiego. Las televisiones lo saben y por eso nos abruman con catástrofes venidas y por venir, ... accidentes imposibles, economías en peligro, guerras de armas y de cifras, muertes terribles, corrupciones demostradas y por demostrar, subidas de precios y de impuestos, sequías excesivas, fríos sin registrar o debilidades del brillo del sol, que no tardará en abrasarnos a todos vivos. El miedo vende muchísimo y lo saben las oposiciones de todos los gobiernos habidos y por haber. Los gobiernos se ven obligados a repartir tranquilidad y a generar esperanza. Es ley universal. Sin embargo, los partidos opositores se creen obligados a generar miedo en la población, a predicar catástrofes y pánicos, a calificar las medidas de quien gobierna como herramientas del hundimiento final. Ya lo decía aquel presidente de frases desconcertantes cuando vio amenazado su gobierno en junio de 2017: «Cuanto peor, mejor para todos y cuanto peor para todos mejor, mejor para mí el suyo beneficio político». Cierto que se lío un poco, como en él era habitual, pero en sus palabras flotaba esta filosofía del mal, aplicada en un sentido cuando se es oposición y en otro cuando se es Gobierno. Pero quien mejor expresó este pensamiento fue aquel conservador ministro de los dineros que, cuando estaba en la oposición, en 2010, dijo: «Que caiga España, que ya la levantaremos nosotros».

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La detección de los pensamientos negativos es herramienta de feliz supervivencia. Los psicólogos saben que las personas abrumadas por pensamientos catastróficos tienden a ver consecuencias apocalípticas en cada acontecimiento. El miedo es una forma natural de defensa ante la incertidumbre. El pensamiento catastrofista está asociado a la ansiedad, y, en el caso de las oposiciones políticas, a la ansiedad por ocupar el poder. Todos tenemos alguna vez pensamientos catastróficos, pero la patología aparece cuando éstos se generalizan y se convierten en obstinación, obsesión o paranoia. La reiteración se solidifica en el cerebro del catastrofista, que abandona la búsqueda de la objetividad y recurre, incluso, a la negación de la realidad. Cuando los pensamientos negativos o catastrofistas se repiten tanto quedan fijados en el cerebro, y ensombrecen el carácter, y por eso los pesimistas son más pelmas e insoportables que los optimistas. El miedo es el arma principal de los catastrofistas.

El actual líder de la oposición es un incipiente maestro en la habitual técnica política del catastrofismo y algunas de sus frases ya pueden formar parte de la literatura del negativismo, porque alimentan el miedo y porque prescinden de la realidad: «En España hay racionamiento de alimentos», «España está en la ruina», «España es el país en peor situación económica», «España está gobernada por independentistas y amigos de terroristas», «la subida de impuestos a la banca y a las eléctricas destruirá nuestra economía»... La frase más representativa de los catastrofistas es aquella que expresa: «O yo o el caos», que se traduce en: «La única alternativa real al actual desgobierno somos nosotros».

El miedo se extiende como las pestes. Lorca expresaba mejor que nadie esa naturaleza del miedo: «Un pozo con agua que no desemboca, con agua fija en un punto respirando con todos los violines sin cuerdas en la escala de las heridas». Un pozo de pesadillas y llantos que retumban de improviso en tus oídos y que te arrancan las alas y que te roban la voz y que te impiden reconocerte. Es malo buscar soluciones cuando ya se ha instalado en los cerebros el miedo. Los pueblos no reaccionan ni legislan sensata y eficientemente cuando tienen miedo. Europa sangra por la megalomanía de un oligarca. Europa está ahora abarrotada de esos pozos negros del miedo, aturdida por los prejuicios y sacudida por la mala voluntad y la patológica ansiedad de quienes no tienen el poder.

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Juan Cruz, escribió ('Exceso de equipaje'): «El miedo es el recuerdo de lo que les ocurrió a otros, la parte de atrás de la felicidad, la mano de la nada sobre cualquier esperanza». El miedo corroe la ilusión y provoca parálisis. El miedo de Europa y de España es la metáfora de la desconfianza y el mayor peligro para la necesaria solidaridad. Hay una frase de Hegel cuya intención se discute, pero que expresa bien el espíritu del catastrofista: «Si los hechos contradicen a mi teoría, todo lo peor para los hechos».

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