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Pensamientos y recuerdos

Me gustaría mucho inventar una máquina que los pesara. Sería una máquina muy útil para mejorar nuestra convivencia

Viernes, 1 de abril 2022, 22:01

El cerebro es un río constante de imágenes que provocan sensaciones, reacciones, o que simplemente fluyen sin movilizar la consciencia. ¿Es lo mismo un recuerdo ... que un pensamiento? ¿Se asemejan el recordar y el pensar? Pensar es ponerle un dique al río del cerebro. Lo que vaga a la deriva se detiene. También la memoria es un río, remansado a veces, otras atropellado y ruidoso. Recordar es atrapar esa imagen que se aproxima y apartarla en las orillas. Los pensamientos llevan incorporados materiales de la memoria y los recuerdos son capaces de estimular pensamientos. ¿Es posible un pensamiento sin memoria? Sería un pensamiento inútil, una hoja débilmente escrita que se lleva el viento. Memorizamos únicamente aquello que pensamos, y pensamos porque estamos dotados de memoria. El recuerdo es la memoria que se hace de algo que ocurrió y el pensamiento es la idea que utiliza lo memorizado para un propósito. Hay quien dice que la memoria es un residuo del pensamiento.

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La memoria y la imaginación son las dos funciones más elevadas de la mente y ambas conviven con el pensamiento. Se funden con él. Puede que la memoria sea una forma de imaginación, pues al recordar recreamos lo que vivimos incluso hasta conformar imágenes nuevas. El río de la memoria, que es como un conglomerado de cableados sinápticos, se aproxima a nosotros, nos bañamos en él y el río se transforma. Continúa su curso siendo un río diferente. Parece que los científicos de las neuronas han conseguido demostrar que las funciones de imaginar y de recordar están situadas en espacios diferentes del cerebro y que el hipocampo (ese monstruoso y veloz río de las sustancias grises) distingue entre el acto de recordar el pasado y de imaginar el futuro.

Estoy convencido de que tanto los pensamientos como los recuerdos pesan, tienen un volumen, una sustancia, ocupan un espacio. Pero nadie hasta ahora ha conseguido fabricar una báscula para pesar pensamientos o recuerdos. Tienen su peso específico y su olor particular. Hay pensamientos que son como plumas de ave, como pompas de jabón. Hay recuerdos que huelen a las flores blancas de los saúcos o a la tinta de las palabras de amor recién escritas. Otros pensamientos, sin embargo, son como las piedras de una escollera, como las ojeras de un condenado, como el badajo de una campana gigante. Y hay recuerdos que huelen al agua estancada de las cunetas.

Los pensamientos y los recuerdos se juntan para ser el asiento de las ideas. Las ideas son como abejas que revolotean, que vienen y van y que forman extrañas uniones y se interrumpen y se pelean, y también pueden crecer dentro de uno como tumores que devoran la carne buena del cuerpo. Hay pensamientos y recuerdos tan pesados y tan saturados que te dejan el cuerpo hecho una lástima. Y hay otros tan suaves y benévolos que te animan a esperar, a creer y a crecer.

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Algunos, a los pensamientos que se quedan hundidos en el remanso del río gris, les llaman obsesiones, que son como escarchas del cerebro que acaban por convertirse en cristales peligrosos. Los maníacos y los obsesos tienen el aliento frío y el cuerpo se les cristaliza. A los fanáticos, que acostumbran a hospedar en su cerebro recuerdos cristalizados y espesos, se les queda en el rostro una expresión de telaraña o de alambre.

Los pensamientos y los recuerdos que pesan sobremanera no solo generan segregaciones químicas, sino que originan brío, mala leche o tenacidad, y también producen reacciones anímicas que dan lugar a una producción continuada de grandes cantidades de rencor y malevolencia. Cada matrimonio íntimo e indisoluble de pensamiento y recuerdo tiene su propio olor y su sabor particular y su peso específico. Los negativos pesan más, porque están compuestos por materiales ruinosos. Los positivos son frágiles, ligeros como el aire, y su composición es simple y su peso insignificante.

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Pensamientos y recuerdos son los jugos gástricos del cerebro. Si son negativos su peso excesivo y su asquerosa mucosidad provocan emociones negativas como la ira, el rencor o la tristeza. A mí me gustaría mucho inventar una máquina que pesara los pensamientos y los recuerdos, y calibrara su peso específico y su olor y su densidad y la naturaleza de su combustión nuclear. Sería una máquina muy útil para mejorar nuestra convivencia.

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