Quedarse atrás
El primer paso, y vital, es aceptar lo que cada uno de nosotros es y asumir que se es pobre después de una vida de estudios y trabajo. Es tan duro que en muchos casos se prefiere cerrar los ojos, pero si lo hacemos, si los cerramos, nada cambiará y nos quedaremos atrás
Quedarse atrás da miedo, ¿verdad? Atrás en la enfermedad porque el sistema de salud que te atiende está comatoso y nadie hace nada (de verdad) ... por salvarlo. Diez meses para una ecografía, seis para un especialista y ni se sabe cuántos para ser operado de algunas dolencias. Claro que todo esto, con dinero, no es tanto problema. Entonces las clínicas y especialistas están disponibles, y las pruebas y operaciones se hacen antes. El sistema sanitario público se resiente, pero el dinero público no se dedica a mejorarlo. Es el mercado y su rentabilidad.
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Quedarse atrás en la vejez. No tener una pensión digna, si es que llega uno a jubilarse. Me dan envidia los franceses. Allí se manifiestan constantemente cada vez que el gobierno, sea del color que sea, intenta rebajar cualquiera de sus derechos laborales, sociales, etc. Nosotros lo hacemos muy pocas veces y miramos mucho el color del poder antes de hacerlo (de un lado y del otro) lo que, a la larga, solo nos genera la merma cuando no la pérdida de esos derechos.
Quedarse atrás en el pueblo y no porque el pueblo se vacíe, sino porque las instituciones practican políticas que los vacían. Sin tecnología, ayudas adecuadas (no solo a los que me votan o creo que me pueden votar), entendimiento real de las necesidades de las personas que los habitan..., ¿cómo no se va a vaciar? La España vaciada no lo está por voluntad propia. Lo está por las malas políticas (entiéndanse como praxis) y los malos políticos. Por las malas decisiones.
Quedarse atrás en la educación. Avanzamos y retrocedemos de forma permanente en este sentido modificando leyes educativas cada dos días sin saber si la anterior funcionó en realidad. Legislaciones que buscan... ¿Qué buscan? Supongo que tienen buena intención, pero las estadísticas son atractivas, hechizantes, y salir bien parado en ellas es, a veces, demasiado seductor. Así, me temo, pesa más un buen resultado que las personas reales que hay detrás de los buenos o malos resultados educativos.
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Quedarse atrás salarialmente, con todo lo que eso conlleva, que no es poco. Al presente, la pobreza salarial es una lacra. Una epidemia que impide vivir dignamente. Solo se sobrevive. Se sube el salario mínimo, poco pero se sube, y el mercado protesta. Los que no se suben son muchos otros miserables sueldos, poco por encima del mínimo, porque el mercado no lo resistiría (dicen). No se sube ningún sueldo salvo si el sueldo es el del propio mercado. Entonces no solo es aceptable, sino adecuado.
Quedarse atrás en los sueños. Qué tonto puede sonar esto, pero son importantes. Soñar es fundamental en esta vida. Sin los sueños seríamos autómatas. No tendríamos nada. Estaríamos vacíos, como los pueblos. Sueños que son combustible para continuar camino. Pero cada vez es más complicado soñar porque cada vez es más caro. El sistema económico de nuevo. Un sistema que se autorregula, dicen, salvo para los que más tienen porque son ellos quienes deciden la autorregulación.
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Quedarse atrás porque el mercado dice que no es rentable. No lo es la sanidad pública, la educación pública, la jubilación pública, la vida en algunas zonas del país, la subida de sueldos, las mejoras de los sistemas de dependencia, de ayudas, etc. Rentabilidad. Todo se basa en la rentabilidad de unos pocos, cada vez más alejados de la realidad y de la vida común, que presionan, obligan, imponen o patalean, llegado el caso, sobre la vida de la mayoría, de la masa, que cada vez es (somos) más pobres.
¿Y qué podemos hacer? El primer paso, y vital, es aceptar lo que cada uno de nosotros es y asumir que se es pobre después de una vida de estudios y trabajo. Es tan duro que en muchos casos se prefiere cerrar los ojos, pero si lo hacemos, si los cerramos, nada cambiará y nos quedaremos atrás.
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