Cuando se informó sobre el fiasco del vial de Jove, tras el shock de la noticia se produjo una unidad social y política asturiana, tanto ... en la protesta por el ninguneo ministerial a Gijón, como en el rechazo a ese nuevo proyecto por superficie, envuelto en limosnas. ¿Era fingida la sorpresa socialista? ¿Era sincero el rebote y la indignación que manifestó Barbón sobre la credibilidad del ministerio de Transportes? No hay que ser ingeniero para sospechar que los informes técnicos que desestimaron el soterramiento estaban forzados. ¿Porqué si estos informes atentaban contra la seguridad de varios edificios, los ocultaron hasta marzo? ¿No se dieron cuenta antes? O, ¿no será que están buscando una cabeza de turco –sería Demarcación de Carreteras con señalamiento a César Fernández-Nespral, el ingeniero jubilado que realizó una gestión honrada, valorada por los unos y los otros– que cargue contra el desaguisado?
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Si la primera reacción de Barbón fue de un simbólico puñetazo, la segunda no pasó de un leve piar. Un ejemplo es el 'Decálogo de prioridades', –¡Oiga! ¡Todo un pulso al Gobierno de Sánchez! –, por el que exige diez mandamientos que ni Dios a Moisés pediría. 'En el Decálogo, me las den todas', podría decir Óscar Puente. El Decálogo 'Barboniano' es humo de pajas. Una colección de buenos deseos, según comentario afilado de Neira, que no compromete a nada.
La grey socialista asturiana y especialmente gijonesa, esta en una posición difícil ante qué actitud tomar sobre el acceso a El Musel. Utilizo la palabra grey no en el sentido de rebaño menor, sino de congregación política que protagonizó buenos momentos y logros en la historia del Principado. En nombre de esta historia, habría que pedirles a los socialistas gijoneses coherencia, defensa de los intereses de Asturias, no distraer y embarrar el campo sobre culpabilidades, y protestar con energía y exigir con fundamento. 'Caiga quien caiga', y el que caería no es un ingeniero jubilado sino los prebostes del PSOE, que se resuelva, según lo pactado, el acceso a El Musel. Sería una forma de mostrar que la Junta del Principado no es una autonomía bananera y, ni mucho menos, estúpida.
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