Si las piedras hablaran

Sábado, 10 de febrero 2024, 01:18

Estos días se habla de dos edificios que son, cada uno en su estilo, cimas del patrimonio arquitectónico de Gijón. El primero es el Palacio ... Valdés, que ha estrenado fachada mediante una restauración que algunos cuestionan, pero que, en mi opinión, ennoblece y, sobre todo, rejuvenece el hoy colegio del Santo Ángel. ¿Eran los muros de la vieja mansión construida a finales del siglo XVI y XVII tan blancos? Los dos cuadros representativos más antiguos en los que se pinta el conjunto del Palacio nos ofrecen colores contradictorios. La pintura anónima 'Retrato de las torres de Valdés', propiedad del Conde de Revillagigedo, que se expone en el Museo de Bellas Artes de Asturias, posee un aire naif y es de un blanco que te quiero blanco absoluto. Sin embargo, en el cuadro 'Vista de San Lorenzo y del Campo Valdés', más realista y que pintó Mariano Ramón Sánchez para Jovellanos, el palacio posee una tonalidad arenosa, similar al de los otros edificios colindantes. Por otra parte, la piedra con la que se construyó el Palacio procedía de una cantera de Granda y era de color claro, lo que puede justificar históricamente el tono de una restauración que considero acertada.

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El segundo edificio es la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Gijón, proyectado en 1936 y construido entre 1940 y 1943 por José Avelino Díaz y Fernández-Omaña. En el proyecto intervinieron, tal como nos recordaba Miguel Díaz Negrete, Félix Candela, quien exiliado en América desarrolló una sólida carrera internacional, siendo uno de los creadores del paraboloide hiberbólico como cubierta, y Fernando Ramírez Dampierre, entonces recién titulados en arquitectura.

La antigua Caja es una de las cumbres del racionalismo arquitectónico gijonés, el estilo más maltratado por la piqueta, y, sin embargo, el más representativo de Gijón. En su solar de la calle Instituto, que por cierto había un refugio antiaéreo, se edificó un edificio aerodinámico con evocaciones de barco, y un plan de usos y distribuciones internos, modélico para la época. La Caja de Ahorros es testigo incómodo de un sistema bancario de carácter social desaparecido, y también de un expolio de Gijón a beneficio de Oviedo. Por suerte, el edificio, aunque pintado por el enemigo con un color que en nada le favorece, sigue en pie. De su próxima vida como hotel, solo cabe pedir que sus nuevos amos, además de la fachada catalogada, respeten en lo posible su distribución interna.

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