Este es nuestro proyecto, podría decir, parafraseando a Groucho Marx, el ministro Puente sobre el vial de Jove; y si no les gusta, tengo otros ... dos. El de las tres glorietas y vial por superficie, que la mayoría de Gijón lo rechaza, y los otros dos que para el caso también podrían ser doscientos y que sólo obedecen a un objetivo que nada tiene que ver con el tráfico rodado, sino con marear la perdiz y tomar el pelo a los asturianos y tratar de que se olvide o se diluya la raíz ética del problema que no es otro que la falta a la palabra dada. Y no en un calentón electoral, sino en un Consejo de Ministros presidido por Sánchez.
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En mayo del 2023, el Gobierno autorizó por algo más de 236 millones de euros la licitación de las obras para la construcción del vial de Jove con un soterramiento, es decir un túnel, de dos kilómetros. Expresiones como «desarrollo urbano sostenible», «optimizar la conexión entre la ZALIA y el Puerto», «humanización del acceso actual», «ofrecer un desafío integral a los desafíos de movilidad y sostenibilidad en la zona», «túnel de aproximadamente dos kilómetros… con una anchura total de 14 metros… y que incluye dos carriles de 3, 5 metros, arcenes, aceras y la evacuación en caso de emergencia» están recogidos en el papel licitado, refrendado por los ministros socialistas, a los que no se le cayó la cara, junto a Sánchez, ante la operación de trileros realizada unos meses después.
Todavía en nuestro mundo, el apretón de manos como rúbrica a un acuerdo, al igual que la palabra dada, poseen el valor de la fidelidad a unas ideas y la lealtad a un compromiso. Lo del vial de Jove, tal como se plantea por el ministro más lenguaraz de la democracia, solo tiene dos soluciones lógicas. Volver al proyecto primitivo o la remodelación del túnel de Aboño con un nuevo proyecto desde la ZALIA. Otras alternativas son proyectos sin principios y, en definitiva, un canto chusco a la desfachatez.
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