¿Quieres despedir a tu mascota? Puedes hacerlo en el nuevo canal de EL COMERCIO

La salud y algo más

Sábado, 13 de abril 2024, 02:00

Dejadlo pudrir! Ese parece ser el lema del Ministerio de Transportes sobre el vial de Jove. De hecho, en las últimas dos semanas se han ... publicado escritos y opiniones sobre la viabilidad del túnel desde muchas ópticas, salvo desde el Ministerio de Transportes, que guarda silencio. «Pues la delegada del Gobierno, Delia Alonso, bien que larga, defendiendo a capa y espada el freno y marcha atrás de Transportes», podría decir un lector avisado. Pues no. La delegada del Gobierno, erigiéndose en la voz de su amo, dijo un par de paridas –parece mentira, siendo Delia una mente preclara– que ni siquiera el ministerio refrendó. Por un lado, las bobadas solitarias de Delia no van a ningún lado, ya que el ministerio guardó silencio sobre ellas, esperando que el asunto se pudra o se olvide. Como la paloma de Alberti, Transportes se equivoca, porque hay cosas que tardan en olvidarse. Para ir adelante, la única posibilidad es dar marcha atrás. Sobre todo, si enfrente se tiene el sentir de una ciudad harta de que el Gobierno la tome por el pito del sereno.

Publicidad

Carmen Moriyón declaró hace unos días que «sacar los camiones de la zona oeste no es política y no es logística; es salud». Totalmente de acuerdo con la alcaldesa de Gijón. No se puede presumir de paraíso natural con la boca grande, cuando por la boca chica se toleran puntos negros de contaminación en una zona de la ciudad. Sin embargo, además de la salud en todo este fiasco del vial de Jove, hay otros aspectos relevantes que pueden inclinar la balanza a favor de las reivindicaciones vecinales, gijonesas, asturianas. En primer lugar, está la ambigüedad de los informes técnicos, que suscitan profundos desacuerdos incluso entre funcionarios del mismo ministerio. En segundo lugar, las nuevas alternativas que se proponen han sido ya desechadas, lo cual nos indica que lo que piden no son nuevos proyectos, sino ganar tiempo. En tercer lugar, aunque la palabra dada se cotice en política a la baja, mantener un mínimo de palabra y compromiso dado es necesario. Y, finalmente, los agravios tienen un coste para el agraviador, que se paga con creces por el agraviado. Si no se quiere llegar a eso, marcha atrás y túnel subterráneo. No hay otra solución.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

1 año por solo 16€

Publicidad