Desde hace cuatro años la industria asturiana pasa por dificultades crecientes que no están originadas por las oscilaciones de los mercados, sino por los ritmos ... de la política de transición energética que ha llevado a prescindir, precipitadamente, de fuentes de energía tradicionales en búsqueda de un 'mix' energético cien por cien renovable, que no está en condiciones de implantar, a corto plazo, ningún país europeo. Prescindir del carbón y aprobar un calendario de cierre de todas las centrales nucleares ha llevado a pagar más por la energía y colocar a la gran industria en zona de pérdidas por el elevado coste de la electricidad. Las características especiales del sector electrointensivo, donde el suministro energético representa más del 50% del coste total de fabricación, no ha contado con la comprensión del Gobierno, que no ha elevado al máximo las compensaciones por CO2, como hacen otros países, ni ha creado un mecanismo alternativo al sistema de interrumpibilidad. A ello hay que añadir las dificultades que se crearon en el último año, con la rotura de las cadenas de suministro, la elevación del precio de las materias primas y la inflación alimentada por la guerra de Ucrania.
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Sobre ese telón de fondo, el nuevo presidente de Femetal, Antonio Fernández-Escandón, realizó un análisis descarnado, sin concesiones, ante la asamblea de empresarios del sector. Empezó por reconocer la situación crítica en que se encontraban, de la que solo se puede salir si la estrategia económica gira en torno a la empresa. Culpó a la Administración pública de los retrasos en la tramitación de los expedientes que paralizan las inversiones e impiden que los fondos europeos lleguen al tejido productivo. La burocratización convierte en inaccesible el dinero europeo, hasta el punto de que solo una cuarta parte de los fondos ha llegado a las empresas. Hizo referencia a la necesidad de reducir la presión fiscal, al ser Asturias la comunidad con un mayor número de tributos propios, a la vez que lidera los ingresos por recaudación en el conjunto de las regiones. Aludió a dos grandes asuntos, los costes de suministro energético a las industrias que no han sido paliados con ninguno de los instrumentos creados por el Gobierno, y al cierre de las centrales térmicas, que aseguraban energía abundante y a precio contenido, creando una nueva situación de dependencia con respecto a la energía generada en otros territorios que resulta más cara y empeora la competitividad de las industrias. Por su parte, María Calvo, presidenta de la Fade, también desgranó ante los empresarios del metal unas consideraciones críticas, empezando por pedir un proyecto para la región que sea receptivo con las necesidades de las empresas; denostó la descarbonización exprés y pidió mejoras en el sistema de formación, con una referencia expresa a la formación dual. La asamblea de Femetal sirvió para confirmar el grado de concienciación del empresariado asturiano ante los peligros de la presente coyuntura económica y la necesidad de que la Administración colabore con las empresas y evite poner piedras delante de sus ruedas.
La reunión de Femetal coincidió con la visita de la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, a nuestra región con la intención de participar en la jornada para regiones carboneras en transición. Exigió a Iberdrola y Naturgy que cumplan con los compromisos adquiridos al desmantelar las centrales térmicas de Lada y de Soto de la Barca. Habían prometido implicarse en la generación de proyectos tractores. Pasados dos años, no hay nada. La vicepresidenta se refirió a los 500 millones destinados a la Transición Justa, de los que casi la mitad fueron a Asturias. El próximo año llegarán otros cincuenta. Teresa Ribera se reunió con representantes de las grandes industrias asturianas, para hablar de posibles fórmulas para rebajar la factura energética. Los empresarios le plantearon una hoja de ruta urgente que la vicepresidenta no rechazó, pero tampoco se comprometió con ella.
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