Cuenta Baltasar Gracián en 'El Discreto' que la casa de un canónigo tenía dos puertas. La de entrada luminosa, la de salida, lúgubre. Estamos habituados ... a que las primeras figuras de la política o del arte entren por la primera puerta exultantes, y salgan por la otra penosos, porque se sube volando y se baja rodando. Para evitar la caída en esa oscura puerta de salida, el jesuita aragonés aconseja «tener buen dejo», retirarse y dar un paso al lado.
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No voy a escribir sobre el buen dejo en la política municipal gijonesa, tema sobre el que la suerte ya esta echada. La columna trata sobre el mal dejo en grandes estrellas de la lírica, que fueron admirados y nos emocionaron con sus voces, pero que no han sabido retirarse a tiempo. En mis años de aficionado musical he asistido -y lo más grave, he tenido la obligación que contarlo públicamente- a algunos dramáticos fiascos de grandes cantantes en abierta decadencia. El caso más penoso fue el último recital de Montserrat Caballé en el Teatro Campoamor. Cuando al inicio del concierto la gran Caballé empezó a entonar la famosa habanera de 'Carmen', un escalofrío silencioso recorrió el patio de butacas. Aquella voz que encandiló al público, era una caricatura vocal irreconocible.
Hace unos días leímos la crónica de Dario Menor, publicada en EL COMERCIO y los periódicos de Vocento, de la «debacle» -así figuraba en el titular-, de Plácido Domingo en La Arena de Verona, anfiteatro romano de acústica mágica, a finales del mes de agosto. Las críticas al tenor español no tenían nada que ver con su cuestionada vida personal, sino que se conciernen a su faceta artística, como cantante y director.
En mis años de aficionado musical he asistido a algunos dramáticos fiascos de grandes cantantes
Los músicos denunciaron ensayos bochornosos, sin respeto a la partitura en 'Turandot', la obra que dirigió, y falta de control. Pero como cantante el 'bluf Domingo' fue peor. En una noche dedicada a Verdi a través de fragmentos de 'Aida', 'Don Carlos' y 'Macbeth' se mostraron las carencias actuales de quien un día fue un cantante directo, comunicativo y espectacular. Le ha faltado ese «tener buen dejo» para no salir por la puerta lúgubre de la que habla Gracián.
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