De trenes y precios

PLAZA MAYOR ·

Lunes, 10 de enero 2022, 03:19

El tren que me lleva' se titula la producción que emitió hace cinco días, en horario de alta audiencia, la televisión regional de Asturias. Se ... trata de una coproducción con su homóloga gallega, anunciada como un «programa especial para estas Navidades», con Gijón de punto de partida de «un tren de ensueño», que consiste en «un convoy que recorrerá tierras asturianas con el clásico encanto del ferrocarril de vía estrecha hasta llegar a Ferrol», y «toda una aventura que se desarrollará a bordo del Transcantábrico de la costa», para concluir que se trataba de «un importante despliegue de medios técnicos y humanos que pretenden inmortalizar la inmensa riqueza natural, gastronómica y cultural del trayecto».

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En la práctica, un publirreportaje sobre esa parte de la Asturias guapa, con el beneficio, entre otros, de su efecto llamada en el ámbito del turismo como el Principado como polo de atracción, por medio de los trenes turísticos de lujo que recorren la cornisa, cuyo catálogo de 2022 incluye un nuevo producto: el Costa Verde Express, seis días, cinco noches, en suite gran clase, a 3.500 euros por cabeza (y 2.625 euros más de suplemento individual si se quiere la suite para uno solo; empieza la temporada en mayo y de nueve viajes programados está todo vendido para tres).

Puede que esos viajeros privilegiados, en cuanto al confort de su acomodación en los trenes, tenga, también, sin embargo, la ocasión de sufrir las consecuencias del pésimo estado del ferrocarril de la costa, perceptible sobre todo en la parte asturiana comprendida entre Cudillero y Ribadeo, 109,6 kilómetros del total de 320,2 del trazado. Sería bien venido un reportaje televisivo sobre las miserias de ese itinerario parcial que afecta a diario a la gente corriente que no tiene más remedio que utilizar ese medio de transporte. Sería la parte oculta de la realidad, una muestra explícita del desastre de los servicios que por medio de exFeve, ahora vía de ancho métrico de Renfe, presta el Estado en Asturias, una situación que se acentúa en su lado negativo en aquella parte de la región. Porque el noroccidente ferroviario de Asturias también existe y merece atención y apoyo.

También merece apoyo y atención, para que prospere, la iniciativa emprendida para que la cultura asturiana de la sidra, con todo lo que ello implica, sea designada por la Unesco patrimonio mundial inmaterial. Pero esa singularidad no implica que la sidra, su producción y comercialización pueda incumplir las normas vigentes. Digo esto después de leer hace cuatro días en 'Yantar', el suplemento gastronómico de EL COMERCIO, las quejas de un llagareru sobre el precio de la sidra. No tiene sentido cobrar 3,5 euros por botella (se supone que se refería al precio de venta al público), dice, y agrega que «si no subimos el precio a 4 o 5 euros cerramos todos». Hay que entender que alude a la sidra natural, la que carece de denominación de origen protegida, que se vende en la mayoría de los chigres a 2,8 o 3 euros por botella. Puede que haya alguno que todavía cobre 2,7 euros. Esta variedad se basa en la libertad de precios, que no están regulados. Nada que objetar. Pero si lo que se propone es unificar, pactar, esos precios, sea del productor al chigreru o del chigreru al público, debe saberse que se trata de una propuesta ilegal. No hay límite para la subida, pero es perseguible, porque vulnera la ley, pactar cualquier clase de aumento de precio, sea cual sea la cantidad, regla también válida para el complejo mundo sidrero.

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