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El poder de una simple chispa de esperanza

Esperanza y sueños. Una combinación que no sólo mueve el mundo, sino que podría cambiarlo. De hecho, a veces lo hace

Viernes, 27 de octubre 2023, 01:01

Siempre he dicho que es la esperanza la que de verdad mueve el mundo. Esperanza que es vida y es todo. Esperanza que es lo ... primero que se mata cuando se quiere falsear la realidad y corromper certezas; sembrar odio y transmitir miedo. Cuando se quiere dormir para siempre la palabra, los sueños y la razón.

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Se afirma, es una frase bien conocida, que en las guerras, lo primero que se pierde es la verdad. Creo que no. Entiendo que lo primero que se pierde, cuando los niños lloran y mueren, es la esperanza. Y no hablo ni de bandos ni de una guerra concreta. Hablo de todas las guerras. Las pasadas. Anda que no hemos tenido guerras desde que el mundo es mundo. Las presentes. No aprendemos. Parece que sí, pero no. Y las futuras. Sospecho que veremos todavía nuevas guerras donde la verdad, cierto, morirá, pero también y, sobre todo, lo hará la esperanza.

Hay un libro, 'La historia interminable' (Michael Ende), considerado juvenil, pero al que yo le quitaría esa etiqueta de inmediato, pues no hay nada más universal que su historia, con el que se aprende -si uno se deja engullir por sus páginas como hace Bastian, su protagonista-, que la esperanza es lo más poderoso que existe. Más que cualquier otra cosa. La esperanza que hace que los humanos seamos humanos; que permite que el mundo de Fantasía pueda coexistir con el nuestro; que los sueños alimenten ambos y no dejen que las mentiras se propaguen como un veneno. ¿Les suena pueril? ¿Ilusorio tal vez? ¿Quimérico? ¿Ridículo? Con total sinceridad les digo que me da absolutamente igual, porque creo y tengo esperanza, y la esperanza no es ni ridícula ni pueril ni quimérica ni tampoco ilusoria. Es un gran motor. El mejor de todos.

Nos hace humanos, como les decía, pero poco hablamos de humanidad. Hoy somos seres que nacen para reproducir eternamente viejas leyes o para morir por la soberbia de otros. Para vivir vidas que no quieren y ver cómo sus hijos perpetúan el modelo. Para consumir y consumirse hasta que ya no quede nada. Para llorar y creer lo que otros, aquellos que les roban hasta el alma, les prometen y que luego solo es oscuridad. Y nosotros necesitamos luz. La humanidad necesita luz.

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La esperanza es «un estado de ánimo que surge cuando se presenta como alcanzable lo que se desea», dice el diccionario, y yo añado que cuando no se presenta alcanzable, también. Sí, porque es lo que hace que cada mañana, en cualquier lugar del mundo, un ser humano se levante de la cama, un día más, uno más, aunque a su alrededor la vida parezca desmoronarse, y lo intente de nuevo. Lo que hace que cada noche, en cualquier lugar del mundo, un ser humano sueñe. Mil sueños. Esperanza y sueños. Una combinación que no sólo mueve el mundo, sino que podría cambiarlo. De hecho, a veces lo hace.

Yo tengo esperanza, siempre la tengo, y espero que ustedes también. Que la conserven y la cuiden y que no dejen que nadie se la arrebate. Ni los más poderosos ni esos otros que van por la vida como pequeños dictadores, con sonrisa amable pero corazón podrido. Y espero que, como yo, cada día, cuando abran los ojos, se levanten porque tienen esperanza. Porque la conservan aunque en ocasiones, es cierto, brille poco o incluso parezca apagarse. Pero no lo hace por completo, ¿verdad? Queda una chispa y eso es suficiente, porque una simple partícula puede hacer explotar el universo entero, algo que no deberíamos olvidar. Nunca.

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