La verdad, el tiempo y la historia

En un mundo anegado de desinformación, la verdad es un tesoro difícil de hallar y, una vez encontrado, de conservar y proteger. Frágil y quebradiza

Jueves, 20 de julio 2023, 21:50

La verdad. Hay una pintura alegórica del artista rococó François Lemoyne muy interesante, de 1737, en la que 'El tiempo salva a la verdad de ... la falsedad y de la envidia'. Ese es su título y, claro, su significación fundamental. El tiempo está representado por un anciano alado que porta una gran guadaña. Es, en apariencia, Saturno y se lleva consigo, en volandas, a una mujer, la verdad. En el suelo quedan tendidos dos cuerpos que representan la falsedad y la envidia. Uno queda muy visible, una mujer que sostiene una máscara en una de sus manos; el otro está en sombras, tras la escena principal.

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La verdad. Una idea hermosa y a la vez sumamente vulnerable. No es la primera vez que les hablo de ella, de la necesidad de tener clara su importancia y alcance, pero mientras antes levantábamos estatuas en su honor, como la de la Biblioteca Pública de Nueva York o la que hay en la puerta de la entrada principal de la Biblioteca del Congreso de EE UU., en el edificio Thomas Jefferson; pintábamos cuadros, como el descrito y otros muchos, y escribíamos libros, miles de libros -son tantos que no me veo capaz de elegir-, hoy sólo la vestimos con diferentes trajes que la disfrazan y ficcionan, en función de las necesidades de quien la utiliza.

La verdad. Vilipendiada, mal usada, insultada constantemente y sin ningún rubor, manchada y herida de tal modo, que me sorprende que siga viva. Cuando la busco y la escucho en un discurso o la reconozco en las palabras de quien me mira, de quien me pide que le dé mi confianza, sobre todo en estos días de eternas arengas, entonces ya no pienso en el tiempo salvando a la verdad. Saturno se queda atrás. En ese momento pienso en ella salvándose a sí misma. ¿Sería posible que, como la imaginó y pintó Jean-Léon Gérôme en 1896, la propia verdad saliera del pozo oscuro donde se la ha desterrado, látigo en mano, para vengarse de la humanidad? Hay otra obra similar, de Édouard Debat-Ponsan, titulada 'Nec Mergitur', en la que se ve cómo la verdad intenta salir del pozo, pero sin látigo. En su lugar lleva un espejo, mientras dos hombres, que representan la reacción clerical y la fuerza militar, la intentan hundir.

La verdad. En un mundo anegado de desinformación, la verdad es un tesoro difícil de hallar y, una vez encontrado, de conservar y proteger. Frágil y quebradiza, Goya también la pintó. Fue en 1800 y se titula 'La verdad, el tiempo y la historia', también conocido como 'España, el tiempo y la historia' (título posterior para ensalzar la Constitución de 1812). Está en el Museo Nacional de Estocolmo, en Suecia. El tiempo, de nuevo alado, porta un reloj de arena que simboliza la frugalidad de la vida, y acompaña a la verdad, representada por una mujer que Goya, en su primer boceto, imaginó desnuda, pero que luego vistió para evitar que nadie pudiera sentirse ofendido. Ay, los ofendidos del mundo. Ayer y hoy. Esa mujer lleva consigo un cetro, pues es ella la reina de todo, y un libro, que alude a la verdad histórica. Al tiempo y a la verdad les acompaña la historia. Otra mujer, en este caso semidesnuda, que escribe los hechos.

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La verdad, el tiempo y la historia. Una unión tan importante para la Humanidad que me resulta no solo incomprensible, también temerario, intentar sepáralos, disfrazarlos o directamente desterrarlos. Pero eso es lo que cada día, a cada rato, vemos y escuchamos. La verdad se ha vuelto mentira; la historia se ha vuelto ficción; y el tiempo solo es hoy. Ni ayer ni mañana, sólo hoy.

La verdad. Cimiento sobre el cual se construyen las civilizaciones y pilar fundamental de nuestra existencia. De nosotros depende. Ilustración o ignorancia.

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