Un atraco a plena luz del día en Uría
Hace una década, cuatro ladrones estrellaron su coche contra la joyería Casaprima y perpetraron un robo en apenas cuatro minutos
SUSANA NEIRA
Lunes, 25 de enero 2016, 00:23
Con un símbolo de la victoria en sus manos se despidieron de los asombrados viandantes los cuatro ladrones que, a plena luz del día, sobre las 15.15 horas del 23 de enero de hace una década, estrellaron su coche contra la joyería Casaprima, en la calle Uría. Perpetraron un atraco rápido, de apenas cuatro minutos, que fue la puntilla para un negocio que ya había sufrido otros robos anteriores y cerró solo dos años después, más por la falta de seguridad que por los daños ocasionados. Habían recibido, al menos, otros siete sustos anteriores.
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ALGUNAS FECHAS
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1968.
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El fallecido Adolfo Casaprima fundió la joyería en la calle de El Rosal en 1945. La trasladó a Uría 23 años después.
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2006.
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El 23 de enero sufrieron el último robo, tras otros siete sustos anteriores.
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2008.
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La familia cerró el negocio el 12 de enero de este año con mucha pena pero ante la inseguridad.
Como si se tratara de una película, esta banda organizada actuó en un escenario lleno de testigos y con aparente calma. Aparcaron dos coches de gran cilindrada, uno para escapar frente a la puerta, y otro para el robo. Marcha atrás, con las indicaciones de un encapuchado que esperó fuera, estrellaron el BMW contra la persiana de hierro forjado. Tres embestidas y accedieron al interior por un agujero. Dos entraron con la cara tapada, con un martillo y una maza. La alarma no saltó.
Apenas 240 segundos en los que cargaron un saco con objetos de gran valor, principalmente sustraídos del escaparate. Montaron en el coche y se largaron en dirección a la calle Fruela, logrando escapar de la Policía Nacional.
Los daños ocasionados ascendieron a 22.322 euros y las joyas sustraídas fueron tasadas en 412.73 euros, según el informe de acusación elaborado por la Fiscalía. Porque al final el crimen perfecto no existe, los encontraron y fueron juzgados.
El primero apareció en abril de 2009, cuando la Policía Nacional informó de la detención de un joven de 23 años, con antecedentes por robo, como uno de los autores del alucinaje. Los agentes lograron una segunda detención, también en Madrid, cuatro años después del atraco. Formaban parte de una banda organizada y jerarquizada, con al menos un jefe que dirigía la operación, un peón que manejaba la maza par a romper vitrinas, un aguador que hacía las labores de vigilancia y un experto conductor.
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Seis personas se sentaron en el banquillo para enfrentarse a una pena de 42 años de cárcel y una indemnización por el valor de lo robado en el juicio. Se celebró ocho años después tras suspenderse en tres ocasiones.
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