Un grupo de curiosos se agolpa para ver cómo se apaga el fuego del incendio.

«Estábamos en casa todavía, no sabemos que ha pasado», asegura la propietaria

El humo provocado por el fuego en el bazar de Oviedo se pudo ver desde diversos puntos de la ciudad generando una gran alarma entre los vecinos

GONZALO DÍAZ-RUBÍN / ELCOMERCIO.ES

Jueves, 9 de febrero 2017, 13:50

El incendio que esta mañana destruyó el  bazar Mao Sheng de Oviedo, ha generado una gran expectación entre los vecinos de la ciudad que pudieron ver la humareda desde prácticamente todos los puntos. También alrededor del local se agolparon inmediatamente un gran número de curiosos atraídos por el despliegue de policial y de bomberos que se encontraba en la zona.

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Entre los presentes estaba la propietaria del establecimiento, Lei Fel, quien declaró, mientras seguía el trabajo de los Bomberos, que «estábamos en casa todavía, no sabemos que ha pasado». Otros testigos, como Javier Fernández, referían que por la puerta del local salieron dos vahadas grandes de humo y llamas y que «después quedó como tranquilo». Desde su casa, en el número 38, Antonio García, escuchó a eso de las nueve de la mañana «varias explosiones» y abandonó el edificio por precaución, cuando lo hacía, vio «saltar toda la uralita hacia arriba».

«Fue muy serio», resumió el concejal de Seguridad, Ricardo Fernández, dos horas después cuando el fuego se dio por extinguido. Los bomberos salían dando tumbos, cubiertos de humo negro y empapados en busca de nuevas botellas de oxígeno. «Lo han dado todo para evitar la propagación», insistió el concejal.

En el interior del patio de la manzana, la nave almacén ardió hasta consumirse. Las llamas también afectaron a la colindante, en la trasera del número 40, que se derruyó parcialmente y durante un rato los bomberos temieron que pasase a las cocheras situadas debajo. Las llamas también hicieron estallar ventanas en algunos pisos de Luis Braille.

«Estaba en la comisión de Sugerencias y me avisaron por Whatsapp», explicó a pie de incendio el concejal socialista Diego Valiño, vecino de la zona. Con la misma celeridad bajó su compañera Ana Rivas, vecina de Luis Braille. «Dejé a mi madre en casa, fui a llevar a mi hermana al trabajo y, camino del Ayuntamiento, empezó a sonarme el teléfono, paré y me dijeron que tenía que sacar a mi madre», explicó la edil, que se hizo acompañar de técnicos de Aqualia para localizar y abrir bocas de incendio. Aunque hubo algunos problemas al inicio, -una boca de riego falló y otra rendía muy poco caudal, por lo que una cuba fue a repostar a Rubín-, el enganche en un hidrante de la calle Joaquina Bobela puso fin a los problemas, aliviados también por el apoyo del Principado.

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Tres dotaciones desde Llanera, tres del parque de Proaza y una Avilés acudieron a la llamada del Ayuntamiento.

Desde casa de su suegra, Javier García vio como saltaba la «chapa de uralita por los aires y las llamaradas y las explosiones». A pie de calle, el alcalde agradeció el esfuerzo de los bomberos, la colaboración de la Policía Nacional y reconoció el peligro: «Este riesgo tan enorme que hemos pasado», dijo sobre el miedo a la propagación y las dificultades en la extinción al hacer el patio 'efecto chimenea'.

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