Un barrio repleto de posibilidades
La Ería tiene 1.839 vecinos y todos los servicios, pero aguarda la ejecución del plan de El Cristo para cerrar la herida del viejo Hospital
COVADONGA DEL NERO
Lunes, 30 de mayo 2022, 01:31
Al oeste de la capital asturiana, a apenas unos quince minutos andando de la calle más céntrica de Oviedo, Uría, viven poco menos de dos mil vecinos en el famoso barrio de La Ería. Una zona que limita con Buenavista, sobre todo, con la que comparte pasado, presente, futuro y preocupaciones. Un total de 1.839 vecinos -pertenece al distrito que más descenso de población ha sufrido en la última década-, según el Registro del Ayuntamiento de Oviedo, conviven en un barrio que tiene la gran mayoría de servicios necesarios para vivir, pero que requiere cerrar la herida de la marcha del viejo Hospital con la transformación de los terrenos.
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La Ería nació como La Ería de La Argañosa, ahora cruzada por las numerosas calles comprendidas entre la de La Argañosa y las de José Maldonado, Marcos Peña Royo, Silla del Rey y Francisco de Bances Candamo. A nivel topográfico, este barrio nace con la apertura de la calle Alejandro Casona. Antes, era una zona intransitable, muy poco accesible para los ciudadanos. Se trataba de un espacio con casas de planta baja, algo más como un «tipo pequeña aldea».
La Ería puede presumir a día de hoy de haber tenido entre sus límites la cerámica más conocida de todo Oviedo. Estaba ubicada en el espacio en el que, con la llegada del milenio, se instaló el estadio Carlos Tartiere, uno de los puntos de referencia del barrio a día de hoy. Precisamente, uno de los grandes problemas de La Ería es el desnivel existente entre la zona en la que se ubica el campo de fútbol y la zona alta del barrio. Ahí, el Ayuntamiento fue capaz de sacar partido y crear el Talud de La Ería, un espacio 'coworking', por el que pasan decenas de empresas y empresarios cada año. Aun así, falta por resolver el problema de los accesos al campo.
La zona cuenta con un centro de salud, un colegio público, un instituto y el Juzgado de Menores. Pero si algo merma a este barrio, como beneficiario indirecto pues ambas instalaciones no se encuentran en su 'terreno', fue, en primer lugar, el cierre de la plaza de toros, a falta de su ansiada rehabilitación; y el Calatrava, cuyo centro comercial, cerrado, fracasó y al que el Consistorio estudia sacar partido ahora con la celebración de congresos.
«Cuando llegué aquí apenas existían dos casas»
Es difícil para Constatino Suárez, 'Tino Majoya' para todos sus conocidos, poner fecha a todos los cambios que ha ido viendo a lo largo de su vida en el taller que lleva su nombre. Recuerda cómo, de pequeño, vivía en El Cristo, junto al actual edificio de Silicosis del antiguo hospital, y su padre decidió construir el inmueble que albergaría, hasta el día de hoy, uno de los talleres de coche más conocidos de la zona. 'Tino' recuerda que fue en 1952 cuando se trasladó con su familia hasta allí. Él ya trabajaba junto a su padre, amantes del automovilismo, y ejemplifica con vehículos la diferencia de La Ería en estos setenta años. «Antes, había cuatro coches en toda la ciudad, pertenecían a las personalidades importantes; ahora, son incontables», asegura convencido.
Así, comenzó con su taller, el cual regentan a día de hoy sus dos hijos, Eva y Carlos. «El edificio es de los años cincuenta; no había nada, estaba vacío lo que ahora es el barrio de La Ería», sostiene Carlos Suárez. Algo que corrobora su padre. «Cuando llegué aquí, apenas existían dos casas: Fuertes Acevedo 20 y 22». También recuerda cómo «entrábamos de niños en el cuartel de Buenavista, que no estaba vallado, y había un bar donde se reunían los policías y jugaban al billar».
También vio el nacimiento del restaurante, «referente a nivel nacional», de La Gruta, así como lo vio quebrar. «Por allí pasaban las vías del tranvía, que apenas llegaban unos metros más lejos; estaban el bar Simón, Casa Zabaleta...», rememora, echando la vista atrás. También, en Silla del Rey, «existían casas protegidas, pero no había apenas nada más». Y ensalza cómo era el ambiente cuando la plaza de toros funcionaba como tal. «Había corridas de novilleros famosos, como El Toti o Pepe Rosales, pero también había eventos de boxeo y lucha libre», enumero. Eso sí, lamenta profundamente que «ahora (a falta de un proyecto que la relance) está para caerse cualquier día».
«La Ería es una zona con bastante movimiento»
Justo antes de la pandemia, hace tres años aproximadamente, Sergio Álvarez Chico, junto a su madre, estuvieron buscando dónde ubicar su nueva tienda de alimentación en Oviedo. La familia cuenta con ganado y huerta en su vivienda de Grado, pero querían continuar con su negocio en la capital asturiana, tras un traspaso de una frutería en otra zona de la ciudad. Así, acabaron dando con un local «en perfecto estado» en plena calle Alejandro Casona, la más grande del barrio ovetense de La Ería. «Se juntó todo: es una zona con bastante movimiento, locales a buen precio y de muy buen tamaño», asegura Sergio Álvarez.
Mira por la ventana de su local para observar que «es evidente que pasan muchos transeúntes y vehículos», sobre todo vecinos de la ciudad, pero también es «zona de paso». Algo que para cualquier comerciante «es importante». No es vecino de la zona, ni siquiera se plantean salir de su Grado del alma, pero asegura que «es un barrio donde cada vez que veo un cartel de 'se vende' o 'se alquila', apenas dura unas semanas». Un lugar «donde la gente quiere vivir, vienen buscando un buen nivel de vida, con productos y viviendas de calidad».
Actualmente, cree que se percibe «la llegada de gente más joven, familias de treintañeros con hijos pequeños, aunque aún falta juventud». Y echa en falta sucursales bancarias. «Cada vez son más las oficinas que cierran». La cercanía con el centro, «apenas estamos a diez minutos de la plaza América caminando» también es un plus, que nota los domingos, sobre todo. «Los bares y negocios de la zona se benefician del campo de fútbol, pero los domingos viene gente de todos lados, haya o no haya fútbol». Él no regentaba el negocio de alimentación cuando aún estaba el antiguo Hospital ubicado en las inmediaciones del barrio de La Ería, pero sí percibe «cierta nostalgia entre los comerciantes por su traslado a La Cadellada». Por ahora, toca esperar a que los terrenos tengan una nueva vida.
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